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aquella empresa. La rueda de un carro pasó por
encima del pie de un joven sin causarle ningún
daño. Un cerrajero cayó desde un andamio sobre un
montón de piedras y no sufrió ninguna herida. La
cuarta parte del Colegio estaba casi acabada.
Don Juan Bonetti, director del colegio de
Mirabello, habló en segundo lugar. Dijo que en el
seminario, como en todas las instituciones de este
mundo, había bueno y malo. Primer mal, su cabeza
rota; primer bien, la santa astucia del prefecto
don Francisco Provera. Bien, la lectura espiritual
en común, que ayuda mucho a reanimar el espíritu.
Mal, algunos hermanos que no observan las reglas
con la exactitud prescrita. Entre los alumnos se
estableció una sociedad con el fin de que hubiese
comuniones por turno, además de las ordinarias,
por las intenciones de don Bosco.
Esta charla suscitó malhumor en alguno y
especialmente entre los clérigos de Mirabello. En
las asambleas públicas, alabar o callar.
Después de don Juan Bonetti habló don Juan
Bautista Lemoyne, director del colegio de Lanzo.
Dijo lo que se había hecho para los alumnos
internos y lo que se quería hacer para los
externos, especialmente con el fin de implantar el
Oratorio festivo. En cuanto a los clérigos, tiene
la satisfacción de repetir lo que ya dijo el año
pasado en su honor, el llorado don Domingo
Ruffino.
Don Miguel Rúa cerró la conferencia hablando de
la unión que debe reinar en cada una de las casas.
-Unidad de dirección; todo debe estar concentrado
en el Director; todo debe depender de él. No se
critique ((**It8.298**)) a los
superiores; los alumnos aprendan de los clérigos;
si éstos son obedientes, también lo serán los
muchachos. -Unidad de espíritu: caridad; un
clérigo no hable nunca mal de otro clérigo;
ayudarse mutuamente; soportarse mutuamente; amarse
como hermanos. - Unidad material: ninguno pretenda
excepciones, en el dormitorio, en la mesa, en la
asistencia, si no hay verdaderos motivos para
ello. -Castidad: tener gran cuidado en el trato
con los muchachos. Recordemos que la angélica
virtud es nuestra gloria y nuestra corona. Poner
en práctica los medios que sugería san Felipe Neri
para conservar la virtud de la castidad.
Don Bosco había ido a asistir al conde Rodolfo
de Maistre que, a los setenta y cinco años de
edad, expiraba el 5 de febrero a las tres de la
tarde en Borgo Cornalense cerca de Turín, en el
castillo de su hermana, la duquesa Laval de
Montmorency.
Estaba rodeado de su familia a la que amaba
tiernamente y por la que era correspondido con
igual afecto y ternura. Era hijo del famoso José
de Maistre, había combatido valerosamente, de 1787
a 1814,
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