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monstruos, son las revoluciones, las ocasiones y
las incitaciones a la culpa, etcétera. Los
insectos en los ojos, en la lengua, en el corazón,
son las miradas peligrosas, las conversaciones
obscenas, los afectos desordenados. La fuente de
agua ferruginosa que tenía la virtud de matar
todos los insectos y de curar instantáneamente,
son los sacramentos de la Confesión y de la
Comunión. El lodazal y el fuego, son los lugares
del pecado y de la condenación.
Con todo, hay que observar que esto no quiere
decir que cuantos cayeron en el lodo y no se
volvieron a ver más y los que ardían en las llamas
tienen que ir a parar irremisiblemente al
infierno: íno! Dios nos libre de afirmar semejante
cosa. Sino que indica que los que se encontraban
en desgracia de Dios, si hubiesen muerto entonces,
se habrían condenado para siempre. La isla feliz,
el templo, es la Sociedad Salesiana, consolidada y
triunfante. El bizarro joven que acoge a los
muchachos y los acompaña a visitar el palacio y el
templo, parece que fuera un alumno muerto en
posesión del Paraíso, tal vez Domingo Savio>>.
De esta última frase se deduce, que en éste,
como en otros sueños de Don Bosco, hay un
significado escondido que se refiere
principalmente a la Pía Sociedad Salesiana.
Hemos de hacer constar que contemporáneamente a
cada fase de un sueño, correspondían otras
apariciones que diríamos paralelas y
complementarias de las cosas descritas. Don Bosco
no creyó oportuno hablar de ellas.
Nos autoriza a juzgar así el hecho de haber él
recordado a don Julio Barberis, en el año 1879,
que en este sueño había visto a don Juan Cagliero
atravesar una gran extensión de agua, ayudando a
otros a cruzarla y que tanto él como sus
compañeros ((**It8.284**)) habían
hecho diez estaciones. De esta forma veía
anticipadamente sus viajes a América.
Así también, en el año 1885, dijo que este
sueño guardaba relacion con el de 1854, a saber,
con la elevación al episcopado de monseñor
Cagliero.
En la mañana del 2 de enero, deseosos los
muchachos de conocer el estado de la propia
conciencia, se apresuraron a confesarse con él en
la sacristía. A cierto joven, el cual después de
la confesión le preguntaba, dónde y en qué estado
lo había visto en aquel sueño misterioso, le
respondió:
-Estabas en la embarcación y te dedicabas a
pescar y caíste varias veces al agua, pero yo te
saqué y te devolví a la barca.
-Y cuando llegó al templo, >>recuerda haberme
visto?
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