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((**Es8.248**) monstruos, son las revoluciones, las ocasiones y las incitaciones a la culpa, etcétera. Los insectos en los ojos, en la lengua, en el corazón, son las miradas peligrosas, las conversaciones obscenas, los afectos desordenados. La fuente de agua ferruginosa que tenía la virtud de matar todos los insectos y de curar instantáneamente, son los sacramentos de la Confesión y de la Comunión. El lodazal y el fuego, son los lugares del pecado y de la condenación. Con todo, hay que observar que esto no quiere decir que cuantos cayeron en el lodo y no se volvieron a ver más y los que ardían en las llamas tienen que ir a parar irremisiblemente al infierno: íno! Dios nos libre de afirmar semejante cosa. Sino que indica que los que se encontraban en desgracia de Dios, si hubiesen muerto entonces, se habrían condenado para siempre. La isla feliz, el templo, es la Sociedad Salesiana, consolidada y triunfante. El bizarro joven que acoge a los muchachos y los acompaña a visitar el palacio y el templo, parece que fuera un alumno muerto en posesión del Paraíso, tal vez Domingo Savio>>. De esta última frase se deduce, que en éste, como en otros sueños de Don Bosco, hay un significado escondido que se refiere principalmente a la Pía Sociedad Salesiana. Hemos de hacer constar que contemporáneamente a cada fase de un sueño, correspondían otras apariciones que diríamos paralelas y complementarias de las cosas descritas. Don Bosco no creyó oportuno hablar de ellas. Nos autoriza a juzgar así el hecho de haber él recordado a don Julio Barberis, en el año 1879, que en este sueño había visto a don Juan Cagliero atravesar una gran extensión de agua, ayudando a otros a cruzarla y que tanto él como sus compañeros ((**It8.284**)) habían hecho diez estaciones. De esta forma veía anticipadamente sus viajes a América. Así también, en el año 1885, dijo que este sueño guardaba relacion con el de 1854, a saber, con la elevación al episcopado de monseñor Cagliero. En la mañana del 2 de enero, deseosos los muchachos de conocer el estado de la propia conciencia, se apresuraron a confesarse con él en la sacristía. A cierto joven, el cual después de la confesión le preguntaba, dónde y en qué estado lo había visto en aquel sueño misterioso, le respondió: -Estabas en la embarcación y te dedicabas a pescar y caíste varias veces al agua, pero yo te saqué y te devolví a la barca. -Y cuando llegó al templo, >>recuerda haberme visto? (**Es8.248**))
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