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CAPITULO XXIII
1866 - PERSONAL DE LA PIA SOCIEDAD - SUEÑO: LA
INUNDACION; EL MOLINO; LA BALSA DE SALVACION;
NAVEGACION Y PELIGROS; ISLA ENGAÑOSA; LOS BURLONES
CASTIGADOS - LOS PESCADORES - NAUFRAGIO; ENCUENTRO
DE LOS JOVENES PERDIDOS; EL HORNO; LA FUENTE
FERRUGINOSA - LA BALSA SALE DEL ESTRECHO; LAS OLAS
TRANQUILAS; EL ARCO IRIS - LLEGADA FELIZ AL
PUERTO; LA VIÑA; EL JARDIN; EL TEMPLO; LA PROMESA
DE MARIA SANTISIMA - EXPLICACION DEL SUEÑO; EL
ROSARIO BAJO LOS PORTICOS - UN CONSEJO
EN los comienzos del 1866, Don Bosco contaba con
doce sacerdotes. El número total de los socios de
la Pía Sociedad era de unos 90. Diecinueve de
ellos habían emitido los votos perpetuos,
veintinueve los trienales. Los demás eran simples
novicios.
Contento con esta bella corona de afectuosos
colaboradores, el dulce amigo de las almas de los
jóvenes les había prometido que el primer día del
año les contaría un sueño, que les serviría del
tradicional aguinaldo.
El siervo de Dios había contemplado como en una
visión, así nos lo pareció entonces, el porvenir
de la Pía Sociedad, el de otras Congregaciones
religiosas y algo relacionado con sus alumnos del
presente y del futuro.
Pero lo que deseaba manifestar a los muchachos
era el estado de sus conciencias en la presencia
de Dios, pues todas sus palabras, como hemos
comprobado centenares de veces, no tenían más fin
que combatir el pecado ((**It8.275**)) con una
espontaneidad libre de todo respeto humano.
De esta forma no hacía más que obedecer al
precepto dado por el Espíritu Santo en el
Eclesiástico (Capítulo IV, versículos 27 y 28):
Ne verearis proximum in casu suo; ne retineas
verbum in tempore salutis. Esto es, según explica
monseñor Martini: <>.
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