((**Es8.24**)
-Sea lo que fuere, dejemos que los muchachos
coman.
Entre las hileras de las vides estaba el dueño.
Cuando restauramos nuestras fuerzas,
proseguimos la marcha cruzando la viña; el camino
era difícil. La viña, como acontece
ordinariamente, ofrecía en toda su amplitud
profundas zanjas, de manera que unas veces había
que subir, otras teníamos que bajar, y a veces
saltar. Los más fuertes lo hacían con facilidad,
pero los más pequeños, al intentar saltar, caían
al hoyo. Esto me disgustaba sobremanera, por lo
que, mirando a mi alrededor, encontré un camino
que bordeaba la viña. Entonces me dirigí hacia él
en compañía de todos mis muchachos.
Pero el dueño de la viña me detuvo y me dijo:
-Mire: no vaya por ese camino; es
impracticable, está cubierto de piedras, de
espinas, de fango y de hoyos; continúe por el
camino que había elegido anteriormente.
Le repliqué:
-Tenéis razón; pero estos chicos pequeños no
pueden andar a través de esos surcos.
-íOh!, eso pronto se arregla, continuó el otro;
que los mayores lleven a cuestas a los pequeños y
podrán saltar aunque vayan cargados con tal peso.
No me convencí de lo que me acababa de decir y
me dirigí con toda mi comitiva al límite de la
viña, junto al camino que había visto y comprobé
que mi interlocutor me había dicho la verdad. El
camino era pésimo e impracticable.
Vuelto a don Juan Bautista Francesia, le dije:
-Incidit in Scyllam qui vult vitare Charybdim
(Cae en Escila el que quiere huir de Caribdis).
Y fue forzoso tomar un sendero y atravesar de
la mejor manera posible toda la viña, siguiendo el
consejo del dueño de la misma.
Al llegar al final nos encontramos con un
tupido vallado de espinas y abrimos en él un paso
con mucha dificultad. Bajando por una pendiente
nos hallamos después en un valle amenísimo, lleno
de árboles y cubierto de jugosos pastos. En medio
de aquel prado vi a dos jóvenes, antiguos alumnos
del Oratorio, los cuales apenas me divisaron se
dirigieron a mí y me saludaron. Nos detuvimos a
hablar, y uno de ellos, después de cambiar conmigo
algunas impresiones:
((**It8.13**)) -íMira
qué hermosura!, me dijo, enseñándome dos pájaros
que tenía en la mano.
->>Qué pájaros son ésos?, le pregunté.
-Una perdiz y una codorniz que he encontrado.
->>Está viva la perdiz?
-íClaro! íMírala!, me contestó mientras me
entregaba una preciosa perdiz de unos meses.
->>Come sola?
-Empieza a hacerlo.
Y mientras le daba de comer, observé que tenía
el pico dividido en cuatro partes. Manifestéle mi
extrañeza y le pregunté el motivo de aquel
fenómeno.
->>Cómo?, replicóme. >>Don Bosco no sabe eso?
Lo mismo significa el pico de la perdiz dividido
en cuatro partes que la misma perdiz.
-No comprendo.
->>No comprende habiendo estudiado tanto?
>>Cómo se llama la perdiz en latín?
-Perdix.
-Pues ahí está la clave del misterio.(**Es8.24**))
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