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Hablamos mucho de usted y de su obra y envidio
a esa ciudad que posee un centro tan conveniente y
caritativo, como el que usted ha fundado y dirige,
que es constante y abundante manantial de bienes
para la sociedad y para la Iglesia. Me alegra
mucho saber que dentro de poco vendrá usted a
Florencia. Recuerde entonces que en este
Arzobispado tiene siempre una residencia y una
cama a su disposición. Espero no rechace la
hospitalidad que de corazón el ofrezco.
Con esta esperanza firmo con todo respeto y
estima
Florencia, el día de san Pedro, 1865
>> JOAQUIN
Arzobispo de Florencia
Insistía más que nadie para que don Bosco
hiciese esa visita, don Julio Metti, del Oratorio
de San Felipe Neri, preclaro en virtud, autor de
muchas obras apreciadas, y sacerdote infatigable
en el ejercicio del sagrado ministerio:
Muy Rvdo. don Bosco:
Hace ya más de un mes que el caballero Gautier
vino a verme y saludarme en su nombre,
anunciándome que usted vendría a Florencia cuanto
antes. Comuniqué la noticia a la marquesa
Villarios; se la di a conocer a varios sacerdotes,
animados a hacer algún bien, y todos se alegraron
con tal noticia; con frecuencia me preguntan si ya
ha llegado don Bosco o cuándo llegará.
Una buena viuda me ha pedido colocar en una
casa de educación a dos de sus hijos y yo le
propuse la casa de don Bosco en Turín, o bien la
que abrirá en Florencia; y esta señora viene
continuamente a preguntarme si el tal don Bosco ya
ha venido o no. Hay también otro par de muchachos
a la vista. Más aún; estos sacerdotes de la
escuela nocturna, que necesitan dirección y apoyo,
esperan a don Bosco con los brazos abiertos. Y
todavía más. La tómbola, cuyos cien boletos
recibí, pide que don Bosco se deje ver por aquí,
si quiere hacer más fortuna.
((**It8.257**)) >>Qué
hacemos, pues, mi querido y reverendo Padre?
>>Viene o no viene? >>Quiere hacer algo por esta
desdichada capital, que va a perder el bien del
alma mientras no adquiere nada para el cuerpo?
Dígame algo para poder responder a esta buena
gente.
Muchos saludos al Caballero de San Esteban, a
todos sus insignes colaboradores en la obra de
Dios, y a todos sus muchachos.
Encomiéndeme al Señor y créame
Su
humilde y seguro servidor
JULIO METTI, del Oratorio
Así las cosas, don Bosco partía, después de
haberse despedido de los alumnos del Oratorio y
haberse encomendado a sus oraciones. Dejaba
escritas a don Miguel Rúa las florecillas a
practicar durante los días de la próxima novena de
Navidad. Eran las siguientes:
(**Es8.226**))
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