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Cuando alguno de casa le proponía promover esta
o aquella obra, no prescrita por el reglamento,
respondía:
-íYa tenemos nuestras cosas! Promovamos éstas,
que nos conciernen. Las de los demás serán
bonísimas, si se quiere, pero no sirven para
nosotros y nos alejan de nuestro fin. Nosotros,
por voluntad del Señor, no necesitamos copiar de
los demás; si les place, vengan ellos a copiar de
nosotros.
Era contrario a que se introdujeran en nuestras
casas ((**It8.229**)) nuevas
asociaciones o devociones extrañas, pero
recomendaba se cultivasen bien las ya existentes
en el Oratorio y se practicasen nuestras piadosas
costumbres. Quería, además, se eliminase la manía
de algunos de querer adoptar o preferir libros
impresos en otras tipografías con preferencia a
los que salen de la nuestra. Decía:
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(**Es8.203**))
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