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Virgen, los apóstoles, los evangelistas y algunos
ángeles en la parte superior. Al pie del mismo,
bajo la gloria de la Virgen, iría el Oratorio.
Se arrendó un amplísimo salón del palacio
Madama y el pintor empezó inmediatamente su
trabajo; éste le ocuparía casi tres años.
Estaba a punto de terminarse el cuadro cuando
se dio cuenta de que el magnífico león colocado
junto a san Marcos atraía tan poderosamente la
atención que la apartaba algo del ((**It8.5**)) personaje
principal. Tuvo, pues, que darle una expresión
menos viva. La Virgen le quedó verdaderamente
estupenda.
<>-íMire qué hermosa es! No es obra mía; no soy
yo quien pinta, hay otra mano que guía la mía. Y
ésta, a mi parecer, pertenece al Oratorio. Diga,
pues, a don Bosco que el cuadro saldrá como él lo
quiere.
>>Estaba locamente entusiasmado. Después se
puso de nuevo a su trabajo>>.
Y nosotros añadimos que, cuando se llevó el
cuadro a la iglesia y se colocó en su lugar,
Lorenzone cayó de rodillas derramando abundantes
lágrimas.
Tras la pintura, vino la música en honor de
María.
A fines del 1864 había puesto don Bosco la
banda de música del Oratorio bajo la dirección del
maestro Juan De-Vecchi. Fue una magnífica
elección. Era el maestro un hombre de genio
musical, profundo conocedor de su noble arte e
incansable en cuidar que sus alumnos aprovechasen
al máximo sus lecciones. Durante casi veinte años
escribió para ellos bellísimas composiciones
religiosas y profanas. Ellas entusiasmaban a los
oyentes en la iglesia, en los patios y en el
teatro.
El día 6 de enero, fiesta de la Epifanía del
Señor, se representó en el teatro la obrita La
Casa de la Fortuna para muchos generosos
bienhechores que consideraban las empresas de don
Bosco como propias.(**Es8.18**))
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