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((**Es8.175**) Aquella obediencia, así, tan de repente, debió ser un duro sacrificio para él, que amaba mucho a sus alumnos. No obstante, se presentó en el Oratorio con aspecto tan alegre y desenvuelto, que se hubiera dicho no le importaba nada dejar un lugar donde había permanecido dos años y donde se había ganado el cariño de todos. No obstante, cuando fue a saludarlo el que debía sucederle en la dirección del Seminario menor, él le dijo: -Así que tú vas a Mirabello. Salúdame a los muchachos. Quiéreles tú por mí. Son buenos, >>sabes? Y una lágrima se asomó a sus ((**It8.195**)) ojos. Después añadió: -Compórtate con los hermanos como lo hace un hermano mayor con los más pequeños. Pero, algo todavía más notable acontecía; en aquellos días empezaba a cumplirse una predicción de don Bosco. Antes del 1850 había sucedido con frecuencia que el jovencito Rúa, al ir o al volver de la escuela se encontraba con el Venerable. Apenas lo veía, loco de alegría, corría a su encuentro, descubría su cabeza, le besaba la mano y exclamaba: -Don Bosco >>me da una estampita? El Venerable se paraba cariñosamente, le ponía la gorra en la cabeza y, sonriendo, le presentaba siempre la mano izquierda mientras con la derecha hacía como que la cortaba por la mitad; y le decía bromeando: -íToma, Miguelito, toma! Miguelito le besaba otra vez la mano, con más cariño, y le decía adiós, pensando: ->>Qué querrá decir con ese gesto? Cuando ya se aposentó en el Oratorio y vistió la sotana el 3 de octubre de 1852, le preguntó a don Bosco: ->>Se acuerda, don Bosco, de aquellos encuentros que tuve muchas veces con usted, cuando yo iba al colegio de los Hermanos, que le pedía una estampita y usted hacía como que quería darme la mitad de la mano? >>Qué quería usted decirme? -Mi querido hijo, respondió paternalmente don Bosco; ahora ya deberías comprenderlo, pero lo comprenderás mejor en adelante... Y prosiguió: -Don Bosco quería decirte que un día trabajaría a medias contigo. Ahora, pues, como Prefecto del Oratorio, el fiel imitador de las virtudes de don Bosco, empezaba y continuaría durante veinte años seguidos repartiéndose con él las fatigas en la dirección general del (**Es8.175**))
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