((**Es8.173**)
>>Tomaría usted cien boletos más para la
tómbola? Tendría otras cincuenta liras que, unidas
a las otras trescientas cincuenta, redondearían
las cuatrocientas y de este modo quedaría
totalmente saldada la deuda con el Seminario.
Por otra parte ab amicis honesta sunt petenda
(las cosas buenas hay que pedirlas a los amigos),
y si estima mi propuesta inoportuna, retiro
gustosamente mi petición y me limito a darle las
gracias por los beneficios que otras veces nos ha
hecho. Le auguro salud y gracia del cielo; me
encomiendo juntamente con esta casa a la caridad
de sus oraciones y créame agradecido a V. S. Ilma.
y Rvma.
Turín, 3 de septiembre de 1865.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P. S. Adjunto el certificado de conducta del
clérigo Vittone, que el Obispo de Acqui me encarga
se lo envíe.
El día 4, después de haber recibido noticias
tranquilizadoras del marqués de Fassati, llegó a
Montemagno con el reverendo Arró Carroccio, de
Lanzo, para predicar un triduo solemne al pueblo.
Don Miguel Rúa había ido también desde Mirabello,
invitado para ayudarle a predicar y confesar.
Hubo el fruto que podía esperarse. La población
se inflamó en religioso entusiasmo. Aquellas
tardes se rezaba el rosario en todas las familias,
como solía hacerse adelantado el otoño, después de
la faenas del campo. Los penitentes volvían
contentos a casa con la medalla ((**It8.193**)) de
María Auxiliadora que les habían dado los
misioneros. Soldados licenciados, que habían
combatido en las guerras del 1855 y 1859,
anteponían la medalla de la Santísima Virgen a las
del valor militar ganadas en el campo de batalla.
De hecho habían triunfado en la más gloriosa de
las campañas, venciendo al enemigo de sus almas.
Terminado el triduo, don Bosco volvió a Turín y
reemprendió sus diligencias para la iglesia en
construcción. Escribía al conde Carlos Cays que
veraneaba en Casellette:
Queridísimo señor Conde:
Con gran alegría recibí la noticia del
nacimiento de un heredero en la Casa Cays, pero
ésta se nubló con la otra en que me decía que la
señora Condesa se encontraba muy grave. Ordenamos
inmediatamente oraciones públicas, mañana y tarde,
y hemos tenido el gran consuelo de saber que cesó
la enfermedad y que recobró su salud normal.
íGracias a Dios y a la Santísima Virgen
Auxiliadora!
Pero >>y nuestra iglesia? He aquí la segunda
parte de mi carta. La iglesia está para cubrirse y
necesito que usted me ayude a ello. >>De qué modo?
Con los listones, tableros, tejas, travesaños,
tirantes, vigas, viguetas y demás material que
tuviera fuera de uso y que quisiera regalar a la
Virgen Auxiliadora.
(**Es8.173**))
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