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((**Es8.168**) el 19 de agosto se presentó una Comisión enviada por la Inspección de Sanidad, encargada de visitar los establecimientos públicos de la ciudad, para examinar las condiciones higiénicas, en razón de la amenazadora propagación del cólera. La imprevista visita llegaba en plenas vacaciones otoñales, en ausencia de más de la mitad de los alumnos. Era por tanto fácil encontrar polvo en los pisos de los dormitorios vacíos, con las camas desmontadas en parte y los jergones deshechos para renovar la paja y lavar las fundas, ya que se estaba haciendo la limpieza acostumbrada de otoño. También en el salón de estudio, mesas y bancos amontonados esperaban las reparaciones de los carpinteros. Eran trabajos que exigían varias semanas; después había que blanquear toda la casa. Todo este desbarajuste, requerido por la limpieza y la higiene, no podía momentáneamente dejar de influir en otros sitios como en las estrechas escaleras y descansillos y se puede comprender el aspecto que adquiere cualquier casa a la hora de una limpieza general. Pero no lo comprendieron así aquellos señores encargados de visitar el Oratorio, y presentaron una relación deplorable del mismo en la Inspección de Sanidad: sucios los locales destinados a estudio y dormitorios y los muchachos aglomerados en ellos; poco ventilados los patios; los servicios generalmente en mal estado; demasiado cerca de la cocina y del comedor el depósito de la basura; ((**It8.187**)) y más observaciones, todas sumamente exageradas con mala intención y algunas, faltas de base. El Municipio ordenó a don Bosco que proveyese inmediatamente a la continua vigilancia de la limpieza de toda la casa y prescribió algunas costosas disposiciones, como la de <>. Efectivamente, una semana después, volvió la Comisión Sanitaria a Valdocco y, después de su informe al Municipio, el alcalde Rorá comunicaba a don Bosco que la Comisión había limitado el número de asilados a quinientos, y que el gran salón de estudio de la planta superior no podía reunir a más de doscientos alumnos. Hay que advertir que entre los Comisarios había algún escritor de periódicos anticlericales, los cuales celebraron poder aprovecharse de las justas medidas impuestas por la autoridad ciudadana con el fin de impedir la propagación de la enfermedad, para denigrar a don Bosco. (**Es8.168**))
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