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Si el Señor me presentase la ocasión de ser
útil de algún modo al Oratorio de San Francisco de
Sales, me consideraría afortunado. Me encuentro en
un pueblo donde hay muchos pobres después del
estrago del cólera, pero usted sabe cuáles puedan
ser los designios de la Providencia. Por mi parte
no dejo pasar nada y recuerdo siempre la
conversación que tuvo usted la bondad de
concederme. No puedo olvidar el gentil tratamiento
que todos ustedes me dispensaron.
Termino esta larga carta encomendándome a sus
oraciones de modo particular, y le recomiendo
también mi parroquia; yo, aunque indignamente,
ruego por la preciosa salud de V. S. y por el
progreso material y moral de su Centro.
((**It8.184**)) Acepte
mis saludos, y más aún, la manifestación de mi más
distinguido respeto. Me honro poniéndome a sus
agradables órdenes; no me olvide en el santo
Sacrificio; y créame que tengo el honor de
profesarme.
De V. S. Ilma.
Su humilde y
seguro servidor
FELIPE
CANEPUS, Teólogo
Canónigo
Párroco de Sassari (Cerdeña)
Sassari, 28 de agosto de 1865.
P.S.-Reciba mis parabienes por el caritativo
gesto de V. S. al aceptar treinta huérfanos en el
Oratorio.
Don Bosco le contestó sugiriendo la idea de
fundar un Oratorio festivo, la difusión de las
Lecturas Católicas y la predicación frecuente,
como medios poderosos para combatir el
protestantismo. El buen párroco se lo agradecía
así:
Muy Reverendo Padre:
Ante todo agradezco a V. S. la amabilidad de
responderme con una carta llena de afecto y
simpatía. He hecho todo lo posible para el reparto
de los boletos, pero como en esta ciudad hay tanto
pobre, especialmente ciegos y paralíticos, no
resulta fácil encontrar personas que quieran
comprarlos, ya que además todas las familias están
gravadas con el impuesto de los bienes muebles; en
el caso de que pueda vender algunos boletos más,
se lo comunicaré para que me los mande.
Hemos adoptado en gran parte los medios que
usted nos ha sugerido para alejar el azote de la
herejía; las Lecturas Católicas están aquí muy
difundidas; la predicación es frecuente y el
ministro protestante no debe estar muy contento,
ya que es muy escaso el auditorio, poca la
concurrencia de personas, que antes no practicaban
religión alguna. El medio más poderoso de que se
vale es el dinero, y como aquí el número de
obreros es superior a las necesidades del país, es
muy grande el número de los sin trabajo; y la
miseria empuja a todo exceso. No obstante confío
en que esta mala hierba no arraigará en Cerdeña,
donde nunca hubo herejía.
Y ya que V. S. se muestra pronto a suministrar
los medios que están en su poder para combatirla,
yo, en nombre de mis colegas, no dejaré de
proporcionarle alguna molestia, contentándome de
momento con una oración suya para este fin.
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