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Por aquellos días había hecho reimprimir
millares de ejemplares del opúsculo: >>Quién es
don Ambrogio?, porque este desgraciado sacerdote
continuaba allanando el camino a los protestantes
con sus arengas blasfemas y calumniosas por las
plazas de la ciudad y por los pueblos. Y, por
desgracia, algunos incautos y viciosos caían en
las redes de los enemigos de la Iglesia Católica.
El dolor que don Bosco experimentaba ante una
apostasía era indecible. Nos contaba José
Buzzetti, que un día estaba el Venerable en su
habitación hablando afablemente con él y otras
personas, cuando, de repente se puso serio,
palideció, empezó a temblar y se quedó con los
ojos fijos e inmóviles, como fuera de sí, durante
unos minutos. Se asustaron los presentes y
creyeron que se trataba de un desvanecimiento;
pero, volvió a su estado normal y dijo:
-<>.
Por eso no cesaba de apartar de la impiedad a
los jovencitos. Aquel mismo año había aceptado en
el Oratorio a muchos chicos, que logró sacar de
las escuelas valdenses. Recogió a dos hijos de un
oficial húngaro protestante, que los había
recomendado a la caridad de los católicos.
Favoreció a los tres hijos del famoso apóstata De
Achillis, sacándolos de la miseria. Por cautela,
les cambio nombre y apellidos, los tuvo mucho
tiempo internos en el Oratorio, los colocó en la
sección de estudiantes y los instruyó en la
religión católica. Nosotros les hemos conocido y
convivido con ellos.
Consérvase también la petición que un muchacho
hizo a don Bosco para ser recibido en el seno de
la verdadera religión:
((**It8.182**)) <>Poco después me llevaron mis padres a
Marsella, donde me hicieron educar en una escuela
protestante por espacio de cerca de ocho años,
mandándome casi diariamente a la catequesis
protestante, en la iglesia de dicha ciudad.
>>Ahora que, por la gracia de Dios, he conocido
el error en que he vivido, deseo abjurar del
protestantismo para afiliarme a la Iglesia
Católica que es la única verdadera>>.
Debido a este celo de don Bosco, eran continuas
sus conquistas entre los protestantes, los cuales,
al verse abandonados poco a poco por muchos de sus
adeptos, recurrían hasta a medios criminales, como
consta por una relación escrita, que don Bosco
recibió de persona bien informada.
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