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((**Es8.155**) Se trataba de estudiar el modo de aumentar en la diócesis las vocaciones eclesiásticas, puesto que muchas parroquias se habían quedado sin párroco. Y no es que faltasen los seminarios: a más del mayor, para los estudiantes de teología, tenía el de Gozzano para los estudiantes de filosofía; el de Monte de San Carlos en Arona, para los dos cursos de retórica; el de la Isla de San Julio, en Orta, con los dos cursos de gramática latina; y el de Masino, para el primer curso y dos clases elementales. Pero era evidente que una educación recibida en cuatro seminarios distintos no podía tener la unidad de espíritu y la continuidad de dirección, que pueden lograr ((**It8.171**)) formar buenos carididatos para el sacerdocio. Parecía por tanto conveniente que al menos los estudiantes del bachillerato estuviesen reunidos en un mismo centro; pero >>quién era capaz de asumir la dirección y garantizar que, dando una nueva orientación a los estudios y mayor impulso a las prácticas de piedad, se obtendrían los frutos apetecidos? Por otra parte confiar la dirección a don Bosco y a sus salesianos >>no habría despertado la envidia y las quejas del clero en la diócesis? >>Y era posible retirar oficialmente de sus puestos en seguida y dar una retribución honrosa a los superiores y maestros que hacía años trabajaban en un seminario que sería cerrado? >>Resultaría prudente cambiar una situación que hacía tanto tiempo existía y sembrar el descontento entre aquellas poblaciones que, con la supresión del seminario, habrían visto perjudicados sus intereses? >>No sería mejor que, continuando los seminarios, fundase don Bosco en la diócesis un colegio de enseñanza primaria y media, organizado según su sistema? Esta pareció la mejor solución. Pero, >>y los medios?... Larga fue la conversación entre el Venerable y el Obispo. Este, que encontraba dudas y dificultades para cada una de las propuestas, no tomó resolución alguna y concluyó así: -Basta ya, veremos; hablaremos de ello en otra ocasión. Cuando don Bosco salió del despacho del Obispo, dijo al secretario Reina que, ansioso por el bien de la diócesis, esperaba en la antecámara: -íNo haremos nada! El mismo Reina, que había inducido al Prelado a pedir aquel encuentro con don Bosco, nos narró cuanto hemos expuesto, y añadió que don Bosco fue invitado en otras ocasiones por el Obispo para tratar de tan importante asunto; pero el Siervo de Dios opinó que era imposible llegar a una solución con aquellas gestiones. Desde Gozzano escribía don Bosco a la condesa de Callori: (**Es8.155**))
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