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Se trataba de estudiar el modo de aumentar en
la diócesis las vocaciones eclesiásticas, puesto
que muchas parroquias se habían quedado sin
párroco. Y no es que faltasen los seminarios: a
más del mayor, para los estudiantes de teología,
tenía el de Gozzano para los estudiantes de
filosofía; el de Monte de San Carlos en Arona,
para los dos cursos de retórica; el de la Isla de
San Julio, en Orta, con los dos cursos de
gramática latina; y el de Masino, para el primer
curso y dos clases elementales. Pero era evidente
que una educación recibida en cuatro seminarios
distintos no podía tener la unidad de espíritu y
la continuidad de dirección, que pueden lograr
((**It8.171**)) formar
buenos carididatos para el sacerdocio. Parecía por
tanto conveniente que al menos los estudiantes del
bachillerato estuviesen reunidos en un mismo
centro; pero >>quién era capaz de asumir la
dirección y garantizar que, dando una nueva
orientación a los estudios y mayor impulso a las
prácticas de piedad, se obtendrían los frutos
apetecidos? Por otra parte confiar la dirección a
don Bosco y a sus salesianos >>no habría
despertado la envidia y las quejas del clero en la
diócesis? >>Y era posible retirar oficialmente de
sus puestos en seguida y dar una retribución
honrosa a los superiores y maestros que hacía años
trabajaban en un seminario que sería cerrado?
>>Resultaría prudente cambiar una situación que
hacía tanto tiempo existía y sembrar el
descontento entre aquellas poblaciones que, con la
supresión del seminario, habrían visto
perjudicados sus intereses? >>No sería mejor que,
continuando los seminarios, fundase don Bosco en
la diócesis un colegio de enseñanza primaria y
media, organizado según su sistema? Esta pareció
la mejor solución. Pero, >>y los medios?...
Larga fue la conversación entre el Venerable y
el Obispo. Este, que encontraba dudas y
dificultades para cada una de las propuestas, no
tomó resolución alguna y concluyó así:
-Basta ya, veremos; hablaremos de ello en otra
ocasión.
Cuando don Bosco salió del despacho del Obispo,
dijo al secretario Reina que, ansioso por el bien
de la diócesis, esperaba en la antecámara:
-íNo haremos nada!
El mismo Reina, que había inducido al Prelado a
pedir aquel encuentro con don Bosco, nos narró
cuanto hemos expuesto, y añadió que don Bosco fue
invitado en otras ocasiones por el Obispo para
tratar de tan importante asunto; pero el Siervo de
Dios opinó que era imposible llegar a una solución
con aquellas gestiones.
Desde Gozzano escribía don Bosco a la condesa
de Callori:
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