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((**Es8.110**) 1 de mayo Soñé y me parecía encontrarme en la iglesia. Estaba la iglesia llena de jóvenes, pero muy pocos se acercaban a comulgar. Había junto al comulgatorio un hombre largo, largo negro, negro, y le asomaban dos cuernos por la cabeza. Llevaba en la mano una linterna mágica con la que hacía ver a cada joven una cosa: A uno le mostraba el patio lleno de juegos y le interesaba por su diversión favorita; al otro le presentaba los juegos pasados, los partidos perdidos y la esperanza de los triunfos futuros; a éste, su pueblo natal con ((**It8.116**)) aquellas excursiones, aquellos campos, aquella casita; a ése le ponía en su linterna el estudio, los libros, los trabajos de prueba; a aquél la fruta, los dulces y el vino que guardaba en el baúl; a otro, los parientes, los amigos o algo peor, los pecados y hasta el dinero no devuelto. Así que muy pocos se acercaban a la comunión. Algunos veían las excursiones de las vacaciones y, dejando todo de lado, se detenían a contemplar a los antiguos compañeros de diversión. >>Sabéis qué quiere decir este sueño? Quiere decir que el demonio hace todo lo posible para distraer a los jóvenes en la iglesia y alejarlos de los santos sacramentos. Y los jóvenes son tan bobos que se quedan mirando. Amigos míos, hay que romper esta linterna al diablo. >>Sabéis cómo? Dando una mirada a la cruz y pensando que dejar la comunión es lo mismo que echarse en brazos del demonio. 5 de mayo Esta noche voy a contaros la aparición de Nuestra Señora del Monte Bonicca junto a Campofreddo, el año 1595, descrita por Carlos Pecorini en sus narraciones crítico-históricas sobre las más célebres apariciones de María Santísima. Por ella veréis cómo quiere la Virgen que sus hijos se amen fraternalmente sin rencores, envidias, peleas y cuestiones. Campofreddo, feudo imperial, y Masone, feudo a su vez de Génova, ambos grandes pueblos de la diócesis de Acqui, en el Piamonte, sostenían frecuentes luchas por inveteradas rencillas y mutua lesión de derechos, con sus consiguientes agresiones y matanzas. Se lamentaban de ello los buenos con don Gregorio Spínola, feudatario de Campofreddo, y dirigían sus plegarias a la gran pacificadora, la Madre del Amor Hermoso. Ella no cerró sus oídos y les concedió aún más de lo que pedían. El 10 de septiembre de 1595, el piadoso Spínola, movido ciertamente por la Virgen, reunió a todos los habitantes de Campofreddo y los condujo hasta Masone con el crucifijo en alto, para tratar de la paz con aquellos fieros montañeses. Se reunieron los dos pueblos, a los que se juntaron los Agustinos de las dos casas de Masone y Campofreddo, propusieron convenios y estaba la pacificación a punto de solución, cuando: -íMirad, mirad!, gritó en aquel instante el niño Tomás Olivero, ímirad el paraíso sobre el Bonicca! Miraron todos hacia el monte que separa los dos pueblos; y vieron una blanca nube resplandeciente que enseguida descubrió la figura de una deslumbrante Señora con un manto azul celeste y velo blanco sobre la cabeza, acompañada de dos virgencitas resplandecientes con tanta luz, que deslumbraban la vista. Después de unos instantes desapareció. -íMilagro, milagro!, gritaron todos, llorando y prometiendo llevar una vida mejor con demostraciones de mutua hermandad. María piadosísima ha venido a traernos la paz; ípaz, hermanos, paz para siempre! ((**It8.117**)) Repitióse la promesa y por segunda vez se renovó el prodigio: siempre la (**Es8.110**))
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