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Esta santa pasión le sugería los pensamientos
que continuamente exponía a la Comunidad. La
Crónica nos recuerda cuatro de ellos de fines de
abril y primeros de mayo:
29 de abril
Imaginaos una gallina, que una tarde no quiso
abrigarse en el gallinero. Inútilmente se esforzó
el ama para que entrara; la gallina correteó por
el corral, hasta que aquélla, cansada de
perseguirla, cerró el gallinero y se metió en
casa. La gallina empezó a pasearse de aquí para
allá, picoteaba por tierra algún granito y estaba
contenta con su libertad. Llegó la noche, vio una
escalera apoyada contra la paja, y, saltando de
peldaño en peldaño, subió hasta arriba, buscó un
lugar cómodo y se acurrucó en él para dormir.
Pero he aquí que un rumor la despierta.
Es de noche: nadie vigila en la casa; los
perros a lo lejos ladran por las viñas guardando
la cosecha. Una zorra ha subido hasta allí y, al
ver a la gallina, avanza hacia ella para
devorarla. La gallina asustada alza el vuelo; la
zorra da un salto para atraparla, pero cae a la
era, mientras la gallina logra volar hasta las
ramas de un árbol vecino. La zorra no pierde de
vista a su presa y, agachada en tierra, la observa
con el hocico en alto. La gallina, después de una
larga hora, levanta otra vez el vuelo y llega
hasta la tapia que cerca la era. Y la zorra al pie
de la tapia. La tapia es más baja que la rama del
árbol, la zorra ronda arriba y abajo; ve una tabla
apoyada contra la tapia y, gateando sobre ella,
sube a lo alto hacia la gallina, la cual no tiene
más remedio que echar a volar otra vez hacia un
árbol fuera de la cerca; pero queda sobre una rama
más baja que el punto de partida. Notad que la
gallina, por el peso de su cuerpo difícilmente
puede volar hacia arriba, así que si el espacio a
salvar es largo, a cada vuelo pierde altura. La
zorra desciende, sale por un agujero por donde
escurren las aguas, y de nuevo empieza a dar
vueltas alrededor del árbol y se dispone a subir
por el ((**It8.114**)) tronco.
La gallina teme verse alcanzada y vuela hasta otro
árbol próximo. La zorra la sigue. La altura no es
mucha y la gallina, ciega de miedo, busca la huida
y queda sobre un seto vivo. La zorra se mete entre
las ramas y entonces la gallina, da un último
vuelo, pero no tiene delante donde refugiarse.
Vuela, y a cada instante está más cerca del suelo.
La zorra corre tras ella con los ojos encendidos y
la gallina termina por caer entre sus patas, lanza
un grito y no queda de ella más que un puñado de
plumas sanguinolentas.
Amigos míos, la zorra es el demonio; la gallina
representa a ciertos muchachos que son buenos, sí,
pero confían en sus fuerzas; no quieren saber de
reglamentos, como la gallina que no quiso dejarse
encerrar en el gallinero. Estos, inexpertos, no
hacen caso de los avisos, porque cuentan con las
alas, la buena voluntad y también la oración. Pero
no piensan que la naturaleza enferma tiende hacia
abajo. Algunos son golosos, además gandules y,
además... además... el Señor lo sabe. Otros dicen:
->>Por qué se nos prohíben ciertas amistades?
No hacemos ningún mal.
Poco a poco se empieza por no cumplir el
reglamento, después se busca huir de los
superiores y luego vienen ciertas cartitas,
ciertos pensamientos, ciertas familiaridades,
ciertas amistades particulares, ciertas
sensiblerías. Se cae, se va cayendo, no bastan las
alas, y... la zorra, que está abajo, corre y
termina por engullirse la gallina en sus fauces.
Buenas noches.
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