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caritativamente avisados por él, si de alguna
manera descuidaban las rúbricas.
En una de aquellas mañanas, prosigue la
crónica, don Bosco nos contó, hablando de la
precipitación con que algunos dicen la santa misa,
lo siguiente:
-Fui una mañana a ayudar la misa de un
sacerdote, el cual pronunciaba tan deprisa las
palabras que no se le podía entender nada. Empezó
con todo ímpetu: In nomine Patris et Filii, etc. Y
yo, más despacio de lo acostumbrado, respondí: ad
Deum qui laetificat juventutem meam. Aún no había
terminado yo estas palabras cuando el otro ya
había recitado el versículo siguiente; y así llegó
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al Confíteor, sin haberme dado tiempo para
responder a los versículos precedentes. Le dejé
decir el Confíteor, y después comencé donde yo
había quedado; así que, con mayor claridad y
lentitud todavía, proseguí: Sicut erat in
principio et nunc et semper, etc. Entonces él se
dio cuenta de su error y comenzó a recitar el
resto con claridad, haciendo todos sus esfuerzos
para conseguirlo. Después de misa me dijo:
-No sabe lo que me ha hecho sudar para
pronunciar bien y claramente las palabras.
-Por esto inculco siempre a mis jóvenes y
vigilo y hago vigilar para
que aprendan bien las palabras del rito y las
pronuncien clara y distintamente.
Añadió:
<<-Una vez un clérigo del Oratorio fue a ayudar
la misa a un sacerdote
muy nervioso el cual, ya fuera por costumbre, ya
fuera por otra causa, se comía la mitad de las
palabras. El clérigo, por el contrario, respondía
con toda calma. Entonces el sacerdote le dijo:
-íUn poco más a prisa!
Y el joven respondió:
-íVaya un poco más despacio!
Y así lo hizo.
Esta anécdota la contó después el mismo
sacerdote, que quedó muy edificado de la sabia
amonestación del joven clérigo. La regla que yo
doy para celebrar misa es emplear de veintidós a
veintisiete minutos, pero no menos.>>
Por este su amor a la santa misa le resultaba
muy grato el regalo que le envió el cardenal
Corsi: una magnífica casulla, que todavía hoy se
cuenta entre los más valiosos ornamentos de la
iglesia de María Auxiliadora. Iba acompañada de la
siguiente carta.(**Es7.84**))
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