((**Es7.78**)
>>La razón de este nuevo retrato era hija de
cierta inquietud que se había despertado en los
moradores del Oratorio. En estos días don Bosco
habla con frecuencia de las miserias de nuestra
vida mortal y de las bellezas del Paraíso; dice
que suspira por ir pronto a él y quitarnos el
fastidio de su presencia tan poco útil; que no
tiene ya fuerzas para llevar a cabo las obras que
tendría intención de cumplir; que se abandona en
todo al querer del Señor, el cual tiene para su
gloria muchos otros instrumentos mejores que él.
>>Sus palabras son el tema de muchos
comentarios y tienen a nuestro espíritu en gran
amargura. Tememos que pronto nos deje. íDios nos
libre de tan gran desventura! El sigue delicado.
La expectoración parece quemar su pañuelo. Los
médicos aseguran que, si no sale todos los días de
casa, acabará su vida en poco tiempo>>.
No obstante don Bosco se sometía a las
privaciones ordinarias impuestas por la regla
común, sin aceptar las prescripciones de los
médicos que ordenaban alimentos más adecuados a su
estómago.
El joven Santiago Reano escribió así a don Juan
Bonetti:
<((**It7.80**)) cuchara,
la probó, pero entre la pesadez de la sopa y el
estómago cansado del largo confesar, no podía
tragarla. Dijo entonces al clérigo Francesia:
>>-Tráeme un vaso de agua.
>>Cuando lo tuvo, vertió el agua en la
escudilla, revolvió aquellas gachas y, riendo, lo
comió todo y dijo:
>>-No está muy caliente; pero, comiéndola con
buena intención resulta buena.
>>Muchas veces la cena iba acompañada de
palabras algo duras. Una noche, dijo el sirviente
al cocinero, que al menos, presentase un poco más
caliente la comida para don Bosco. Pero él, con
toda la rudeza, respondió:
>>-Y quién es don Bosco? Es como otro
cualquiera de la casa.
>>Hubo quien refirió a don Bosco la insolente
respuesta, y el buen siervo de Dios observó con
toda calma:
>>-El cocinero tiene razón>>.(**Es7.78**))
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