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salud que en enfermedad; más aún, ante un
razonable motivo, puede el Superior poner a
disposición de cualquier socio el dinero u objetos
que creyere oportuno para mayor gloria de Dios.
8.§ Si alguno muriese sin haber hecho
testamento, le sucederá aquél a quien
correspondiere en derecho.
9.§ Los votos obligan al individuo mientras
permanece en la Congregación. Si alguno, por
razonable motivo o prudente juicio de los
superiores, debiera salir de la Congregación,
puede ser dispensado de los votos por el Superior
General de la Casa Madre.
10.§ Procure perseverar cada cual en la
vocación hasta la muerte, recordando siempre las
gravísimas palabras del divino Salvador: Nemo
mittens manum ad aratrum et respiciens retro,
aptus est regno Dei (Ninguno que pone la mano al
arado y mira atrás, es apto para el reino de
Dios).
((**It7.876**)) 11.§
Con todo, si alguno saliere de la Congregación, no
podrá exigir ninguna compensación por el tiempo
que vivió en ella, sea cual fuere el cargo que
hubiere ocupado y el lucro que haya proporcionado
a la Sociedad. Recobrará, sin embargo, el pleno
derecho sobre todos sus bienes inmuebles y también
sobre todos los objetos muebles, cuya propiedad se
hubiese reservado al entrar en la Congregación.
Pero no podrá exigir fruto alguno ni pedir cuentas
al Superior de su administración, por el tiempo
que pasó en la Sociedad, salvo que haya habido
acuerdos particulares con el Rector Mayor.
CAPITULO V
Voto de obediencia
1.§ El profeta David rogaba a Dios que lo
iluminase para poder cumplir su voluntad. Nuestro
Salvador nos aseguró que él había venido al mundo,
no para hacer su voluntad, sino la del Padre, que
está en los cielos. Si nosotros profesamos
precisamente el voto de obediencia, es para tener
la certeza de cumplir en todo la santa voluntad de
Dios.
2.§ Este voto obliga a no ocuparse más que de
aquello que el propio Superior juzgue para la
mayor gloria de Dios y bien del alma propia y del
prójimo, de acuerdo con el Reglamento de esta
Sociedad.
3.§ La observancia de este voto no obliga bajo
pena de pecado, salvo en aquello que sea contrario
a los mandamientos de Dios y de la santa madre
Iglesia o a las disposiciones de los Superiores,
que expusieran su mandato con esta fórmula: Os
mando en virtud de santa obediencia.
4.§ La obediencia nos asegura que hacemos la
voluntad de Dios. Esté cada uno sujeto al Superior
y considérelo en todo como Padre amoroso y le
obedezca totalmente, con prontitud, alegría y
humildad como a quien representa el querer del
mismo Dios en la práctica.
5.§ Nadie se afane en pedir o rehusar. Si uno
sabe que algo le es dañoso o necesario,
manifiéstelo con reverencia al Superior, el cual
pondrá el mayor empeño en que se atienda a su
necesidad.
6.§ Todos tengan gran confianza con su
Superior, no haya ningún secreto del corazón con
él. Téngasele la conciencia abierta, siempre que
se juzgue ha de ser para mayor gloria de Dios y
bien de la propia alma.
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