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que, como el joven está desprovisto de equipo, la
Dirección General de ferrocarriles del Estado
pagará al Oratorio cien liras, según lo convenido
con don Bosco; y que el decreto ya está firmado.
El senador Bona recomienda a don Bosco, y es
aceptado, al joven Pozzo, que se presenta con una
carta de la dirección, firmada el 30 de agosto de
1864.
La Dirección General de ferrocarriles, del
Ministerio de Obras Públicas, recomendaba también
a los muchachos: Víctor Pola, hijo de Juan, nacido
en 1853 en Turín, artesano, que entra en el
Oratorio el 4 de agosto de 1864; Tobías Chiesa,
hijo de Juan, de Sale, nacido en 1849, admitido el
24 de octubre de 1864; Antonino Ciencia, hijo de
Antonio, de Caprile Biella, nacido en 1853,
ingresado el 4 de noviembre de 1864.
Con fecha 19 de noviembre de 1864 se escribió
la siguiente carta:
Considerando el albergue que don Bosco está
dispuesto a conceder en su propio Centro a los
huérfanos Enrique y Francisco Gramegna, se
concedió por decreto del señor Ministro, con fecha
14 del corriente, el pago a favor de dicho
Instituto, de doscientas cincuenta liras por una
sola vez, a título de concurso de la
Administración de Ferrocarriles para los
correspondientes gastos.
Por el
Director General,
SOLDI
APENDICE N.° 7
REGLAS DE LA PIA SOCIEDAD
SALESIANA
( Véase pág. 524
CAPITULO I
Sociedad de San Francisco de
Sales
En todo tiempo hubo una especial solicitud por
parte de los ministros de nuestra santa religión
católica para dedicarse celosamente a promover el
bien espiritual de la juventud, ya que de la buena
o mala educación de ésta, depende el bueno o
triste porvenir de las costumbres de la sociedad.
El mismo divino Salvador nos dio prueba evidente
de esta verdad cuando cumplió en la tierra su
divina misión, invitando con afecto singular a los
niños a acercarse a él: Sinite parvulos venire ad
me (Dejad que los niños vengan a mí). Los Obispos,
y especialmente los Sumos Pontífices siguiendo las
huellas del Pontífice Eterno, el Divino Salvador,
cuyas veces hacen en la tierra, promovieron en
todo momento de palabra y por escrito la buena
educación ((**It7.872**)) de la
juventud. Pío IX reinante, a quien Dios guarde
mucho tiempo para gloria de la Iglesia, además de
los continuos trabajos llevados a cabo en favor de
la juventud en peligro, favoreció con especiales
medios materiales y morales a las instituciones
que dedican sus cuidados a esta parte del sagrado
ministerio. En nuestros días es mucho más sentida
su necesidad. El descuido de muchos padres, el
abuso de la prensa, los esfuerzos de los herejes y
sectarios para aumentar el número de sus secuaces,
demuestran la necesidad de unirnos todos para
combatir por la causa del Señor bajo el estandarte
del Vicario de Jesucristo, para conservar la fe y
las buenas
(**Es7.740**))
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