((**Es7.72**)
>>Encendí la luz a toda prisa, me vestí, miré
bajo la cama y por todos los rincones de la
habitación para ver quién se había escondido y era
el causante de la broma; pero no encontré nada.
Examiné la puerta de la habitación y estaba
cerrada. Examiné así mismo la de la biblioteca;
todo estaba cerrado y tranquilo. Volví, pues, a
acostarme. Estaba casi dormido cuando sentí que me
dieron otro golpe que me turbó totalmente. Quería
tocar la campanilla y llamar a Rossi o a Reano:
>>-Pero no, me dije, no quiero molestar a
nadie.
>>Y entre tanto me puse a descansar boca
arriba, y sentí sobre el estómago un enorme peso
que me oprimía y casi no me dejaba respirar. No
pude menos de gritar:
>>-Qué pasa?
>>Y di al mismo tiempo un puñetazo: pero sin
tocar nada. Me di la vuelta y se renovó la
opresión. En este estado pasé toda la noche. A la
siguiente, antes de acostarme, quise bendecir la
cama, mas no sirvió de nada y continuó el pesado
juego que, desde cuatro o cinco noches, se repite
continuamente. Veremos qué pasa esta noche.
>>Era la del miércoles 12 de febrero, víspera
del ejercicio de la buena muerte, y a la mañana
siguiente se ganaba por primera vez la indulgencia
plenaria concedida por ((**It7.72**)) el
beatísimo Papa Pío IX, el 13 de enero de este año
1862.
>>15 de febrero. Esta noche, hallándose algunos
clérigos y sacerdotes con el caballero Oreglia
alrededor de don Bosco, después de cenar, le
preguntaron si había pasado tranquilo la noche; y
contó lo siguiente:
>>-La otra noche entré en la habitación y vi la
mesita de noche moviéndose y dando golpes: tac,
tac, tac, tac. íEsto es bonito!, me dije para mí;
me acerqué y pregunté:
>>-Y así, qué quieres?
>>Pero ella continuaba: tac... Me ponía a
pasear por la habitación y callaba; me acercaba y
seguía bailando y golpeando. Os aseguro que si
hubiera oído narrar cuanto yo he visto y
escuchado, ciertamente no lo hubiera creído. Y no
os parece recordar los cuentos de brujas que os
contaba la abuelita? Si yo refiriese estas cosas a
los jóvenes, íay de mí! Morirían de miedo.
>>Nosotros le rogamos que nos describiera algo
más. De momento no quería saber nada de ello y
respondió:
>>-Cuando hay algo que narrar, es necesario
considerar si la narración sirve para gloria de
Dios y para la salvación de las almas: y esta mi
historia sería inútil.(**Es7.72**))
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