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deseaban, haber visto desvanecerse de un golpe la
más bella esperanza de su vida y deberán
responderse dolorosamente a sí mismos:
-Yo sólo fui la causa.
Si, ya adultos, se encontraren con algún
antiguo compañero, la dolorosa espina nuevamente
volverá a hincarse en su corazón, pues verán
delante el testimonio de su culpa y de su
vergüenza. Y, si tan amargo es el recuerdo de esa
culpa, cuando aún están fuertes y sanos, >>qué
será cuando las fuerzas empiecen a faltarles,
cuando estén enfermos en la cama y contemplen la
espantosa fealdad de su culpa? Deberán contestar:
-El responsable de todas mis penas soy yo.
Esto ante los hombres. >>Y frente a Dios, que
es pureza infinita? íCuántos casos podría citar,
sucedidos hace pocos días, si me fuese lícito
contároslos!
íOh, qué tremendos son los castigos del Señor
contra los inmodestos; os narraré uno sólo,
ocurrido esta noche en Turín. Murió un joven de
muerte repentina, mientras pecaba. El murió y su
alma >>dónde está ahora? Fueron al amanecer a
llamarle los amigos, le sacudieron y lo
encontraron cadáver; y todos eran testigos de cómo
murió. No os digo más, porque son cosas demasiado
horribles y sucias.
Mis queridos amigos, ayudaos unos a otros a
guardar la bella virtud de la pureza. Pactad con
vosotros mismos no realizar jamás el más mínimo
acto, ((**It7.836**)) no
decir nunca la más mínima palabra, no echar la más
insignificante mirada que pueda ofender esta
hermosa virtud. Si veis que un compañero está en
peligro de caer, por caridad, corred a socorrerlo,
alejadle de ciertos amigos, avisadle, rezad por
él, en suma, salvadlo. Tendréis mérito delante de
Dios y de María. Si además veis que un compañero
trata de perder a otros, moveos enseguida contra
él, arrancad de entre sus uñas la presa, y gritad:
íal lobo!
>>Qué haríais si en vuestro rebaño se metiese
el lobo y comenzase a devorar vuestras ovejas y no
tuvierais fuerzas suficientes para luchar y salvar
vuestro ganado? Pediríais auxilio y gritaríais:
íal lobo, al lobo! Obrad también así contra esos
lobos infernales que devoran las almas de vuestros
compañeros. Gritad: íal lobo, al lobo!, gritádselo
a vuestros compañeros y, si no es suficiente,
gritádselo a vuestros superiores y ellos sabrán
combatirlos.
Otra noticia triste he de daros, y es que
nuestro hermano Juan Lagorio se acerca cada vez
más a su última hora. El está perfectamente
resignado; más aún, no tiene otro deseo que el de
volar al cielo y así librarse de muchas penas del
cuerpo y del espíritu. Tenemos la máxima confianza
para esperar que, cuando el Señor lo llame, irá a
gozarlo al paraíso.
Es hombre de mucha virtud. Otro día os contaré
algunas cosas de él. De todas las maneras recemos
para que su tránsito sea feliz. Esta noche guardad
el mayor silencio por las escaleras y en los
dormitorios; y, al acostaros, rezad una Salve a la
Virgen para que le ayude en el gran paso que va a
realizar. Tal vez mañana, después del Pater y el
Ave que por él rezamos, en vez del Gloria,
recitemos el Réquiem. Buenas noches.
15 de diciembre.-Hacia las dos de esta mañana
nuestro hermano Juan Lagorio pasaba a la
eternidad. Hace dos años que vino a casa, atacado
ya por la enfermedad de que ha muerto. Hasta ayer
creyó poder restablecerse, pero al anochecer
advirtió que la muerte era inminente. Me repitió
con voz débil lo que me había dicho otra vez.
-Diga a los muchachos que recen por mí, para
que se me conceda ver pronto el
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