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los enfermos, y para manifestar que les falta el
apetito, no desayunan; pero luego van al
dormitorio y allí tranquilamente comen el pan
amontonado el día anterior. >>Creéis que semejante
conducta favorece su fama?...
Estemos atentos para cumplir todo, hasta los
deberes más pequeños, con diligencia, si queremos
que el Señor nos dé a conocer el camino por el que
El quiere que vayamos.
Puede darse que haya un muchacho en el pueblo
de quien todos saben que tiene la intención de
hacerse sacerdote; pero estudia poco, va a la
iglesia lo menos ((**It7.832**)) que
puede y está allí con poca devoción, enreda de
buena gana, tiene ciertos amigos, suelta ciertas
palabrotas. El pueblo habla de él y da su opinión:
-íQué mal sacerdote va a ser éste!
Este jovencito viene al Oratorio, enviado por
los padres, y tal vez sin pedir consejo del
párroco. íPero, válgame, qué frialdad! Tomad la
cartilla de calificaciones. En la iglesia
regular, en la clase regular, en el comedor
regular, en el estudio regular, en el dormitorio
regular, etc., etc... >>Tantos regulares pueden
dar un sobresaliente? íJamás!
Amigos míos, comportaos bien para que los
superiores puedan exponeros francamente su parecer
sobre vuestra vocación: Estad atentos a lo que
ahora os digo, porque esto no se encuentra en los
libros o se escribe en libros que vosotros no
podéis comprar en vuestro actual estado. Confiad
en vuestros superiores, id a consultarles, porque
es de nuestro mayor agrado ayudaros en cuanto
podamos.
Hay muchachos que en todo el año no se acercan
a los Superiores y no se preocupan lo más mínimo
de su vocación. Llegan las vacaciones, se
presentan al párroco y le piden consejo sobre si
deben hacerse sacerdotes o emprender otra
profesión. El párroco les pregunta:
->>Qué te ha dicho don Bosco?
-No me ha dicho nada, responden.
-Y yo desafío a quien quiera a decirles algo,
si nunca se dejan ver. Y luego, con los ojos
vendados eligen un estado, se hacen sacerdotes,
por ejemplo, y sin considerar ni un instante si
Dios les ha llamado. >>Qué será después de ellos,
faltos de las gracias necesarias?
Diré, por último, a quiénes se debe pedir
consejo. Primero, a los padres. Ellos, empero, no
siempre son consejeros sinceros, porque muchas
veces no toman como guía de su consejo el provecho
espiritual del hijo, ni la voluntad del Señor,
sino más bien el interés de su bienestar temporal.
Si tienen esperanza de una buena prebenda, lo
empujan al sacerdocio; de lo contrario, lo dirigen
hacia otra carrera, y, a veces, se oponen
resueltamente si él manifiesta voluntad de hacerse
sacerdote.
Mas, si los padres viven como buenos
cristianos, entonces son los mejores consejeros
que se pueden desear. Ellos han observado
atentamente muchos años de vuestra vida y su
consejo no puede dejar de ser sensato y justo. De
cualquier modo, pedid siempre este consejo a
vuestros padres, que, en general, si lo pedís como
se debe, se os dará cual conviene. Trataré otra
vez del testimonio interior de vuestra vocación.
12 de diciembre.-La última vez, hablamos del
testimonio de los qui foris sunt. Hoy hablaré del
único que puede juzgar las cosas internas de
nuestra alma y éste es el confesor. A él, pues,
debemos abrir claramente nuestra conciencia y él
sabrá decirnos adónde nos llama el Señor. Cuando
hayamos elegido confesor, debemos ir a él con
asiduidad, porque de otro modo, >>qué juicio
((**It7.833**)) podrá
hacer de nuestra vocación,
(**Es7.708**))
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