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((**Es7.708**) los enfermos, y para manifestar que les falta el apetito, no desayunan; pero luego van al dormitorio y allí tranquilamente comen el pan amontonado el día anterior. >>Creéis que semejante conducta favorece su fama?... Estemos atentos para cumplir todo, hasta los deberes más pequeños, con diligencia, si queremos que el Señor nos dé a conocer el camino por el que El quiere que vayamos. Puede darse que haya un muchacho en el pueblo de quien todos saben que tiene la intención de hacerse sacerdote; pero estudia poco, va a la iglesia lo menos ((**It7.832**)) que puede y está allí con poca devoción, enreda de buena gana, tiene ciertos amigos, suelta ciertas palabrotas. El pueblo habla de él y da su opinión: -íQué mal sacerdote va a ser éste! Este jovencito viene al Oratorio, enviado por los padres, y tal vez sin pedir consejo del párroco. íPero, válgame, qué frialdad! Tomad la cartilla de calificaciones. En la iglesia regular, en la clase regular, en el comedor regular, en el estudio regular, en el dormitorio regular, etc., etc... >>Tantos regulares pueden dar un sobresaliente? íJamás! Amigos míos, comportaos bien para que los superiores puedan exponeros francamente su parecer sobre vuestra vocación: Estad atentos a lo que ahora os digo, porque esto no se encuentra en los libros o se escribe en libros que vosotros no podéis comprar en vuestro actual estado. Confiad en vuestros superiores, id a consultarles, porque es de nuestro mayor agrado ayudaros en cuanto podamos. Hay muchachos que en todo el año no se acercan a los Superiores y no se preocupan lo más mínimo de su vocación. Llegan las vacaciones, se presentan al párroco y le piden consejo sobre si deben hacerse sacerdotes o emprender otra profesión. El párroco les pregunta: ->>Qué te ha dicho don Bosco? -No me ha dicho nada, responden. -Y yo desafío a quien quiera a decirles algo, si nunca se dejan ver. Y luego, con los ojos vendados eligen un estado, se hacen sacerdotes, por ejemplo, y sin considerar ni un instante si Dios les ha llamado. >>Qué será después de ellos, faltos de las gracias necesarias? Diré, por último, a quiénes se debe pedir consejo. Primero, a los padres. Ellos, empero, no siempre son consejeros sinceros, porque muchas veces no toman como guía de su consejo el provecho espiritual del hijo, ni la voluntad del Señor, sino más bien el interés de su bienestar temporal. Si tienen esperanza de una buena prebenda, lo empujan al sacerdocio; de lo contrario, lo dirigen hacia otra carrera, y, a veces, se oponen resueltamente si él manifiesta voluntad de hacerse sacerdote. Mas, si los padres viven como buenos cristianos, entonces son los mejores consejeros que se pueden desear. Ellos han observado atentamente muchos años de vuestra vida y su consejo no puede dejar de ser sensato y justo. De cualquier modo, pedid siempre este consejo a vuestros padres, que, en general, si lo pedís como se debe, se os dará cual conviene. Trataré otra vez del testimonio interior de vuestra vocación. 12 de diciembre.-La última vez, hablamos del testimonio de los qui foris sunt. Hoy hablaré del único que puede juzgar las cosas internas de nuestra alma y éste es el confesor. A él, pues, debemos abrir claramente nuestra conciencia y él sabrá decirnos adónde nos llama el Señor. Cuando hayamos elegido confesor, debemos ir a él con asiduidad, porque de otro modo, >>qué juicio ((**It7.833**)) podrá hacer de nuestra vocación, (**Es7.708**))
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