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fue conducido su cadáver al cementerio. Pregunté
con ansiedad si el pobrecito había hecho el
ejercicio de la buena muerte y me dijeron que sí:
esto me consoló mucho y esperamos que desde la
última confesión no haya cometido ninguna culpa
grave; y, además, el sincero deseo que tuvo de
confesarse antes de morir, confiamos que le haya
servido para alcanzar el perdón.
>>íAh, mis queridos amigos! El que tiene
tiempo, no espere tiempo. Dum tempus habemus
operemur bonum (Mientras tengamos oportunidad,
hagamos el bien). Todos nosotros debemos hacer un
largo viaje. Ibit in domum aeternitatis suae (El
hombre se va a su eterna morada). Dispongámonos,
pues, a este gran viaje. Saracco aguardaba el
domingo y éste no llegó para él. Con ocasión de la
solemnidad de María Santísima Inmaculada ajustemos
las cuentas del alma, recibamos bien los santos
sacramentos de la confesión y comunión. Queridos
amigos, >>estamos seguros de que, retardando
nuestra confesión, el Señor tendrá la bondad de
esperar a nuestra comodidad? Por tanto, pasado
mañana honremos a María y asegurémonos el
paraíso.>>
Un hecho singular se repetía entre tanto en
estos meses.
((**It7.830**)) Narró
don Bosco que acaecía a veces que alguno se
acercaba al comulgatorio para recibir la hostia
santa, y que el sacerdote le dejaba de lado y
pasaba a otro sin darle la comunión. Si el
interesado se encontraba a dicho sacerdote en el
patio y le preguntaba por qué no le había dado la
comunión, oía esta respuesta:
-Y tú, >>te atreves a ir a comulgar con el
pecado en el corazón? >>No ves qué fea y negra
está tu alma?
Aquel sacerdote lo advertía por el color que
tomaba la lengua en aquel momento y avisó
bastantes veces a don Bosco para que reparase los
daños de las confesiones mal hechas.
Y henos ya ante el 8 de diciembre, que aquel
año señalaba un nuevo triunfo para la Iglesia y
ocasionaba una gran alegría a don Bosco. El Papa
publicaba una Encíclica condenando los principales
errores de la época moderna, no solamente respecto
a las verdades sobrenaturales, sino también a las
naturales, por su perversidad herética y el
inmenso daño que también acarrean en el orden
filosófico, social y político. Con la Encíclica
concedía el jubileo para todo el año 1865, y le
añadía un Sílabo, esto es, un elenco de ochenta
proposiciones condenadas.
Pío IX proseguía con indómita firmeza, con su
magisterio infalible la obra de Jesucristo. Ego in
hoc natus sum et ad hoc veni in mundum ut
testimonium perhibeam veritati (Para esto he
nacido yo
(**Es7.706**))
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