((**Es7.698**)
>>Le añadí:
>>->>Volverás al Oratorio?
>>Y me contestó que sí; pero quizá no fuera ese
su deseo. Tomándole entonces por la mano, le dije:
>>-Mi querido Saracco: vas a casa, que el Señor
te bendiga; pero escucha: antes de partir,
confiésate que será mejor para ti.
>>Me respondió:
>>-Me confesaré el domingo en mi parroquia.
>>-Y >>por qué no hacerlo aquí e ir a casa con
el alma tranquila? Mira, ahí hay un reclinatorio.
Arrodíllate y, en un momento queda todo arreglado.
>>-No estoy preparado.
>>-Pues bien, prepárate. Aquí está El Joven
Cristiano.
>>-No me siento con ganas.
>>Yo repliqué:
>>-Mira, dame este gusto, confiésate. Si no
quieres conmigo ve a cualquier sacerdote de casa.
>>Me contestó de nuevo:
>>-Me confesaré el domingo en el pueblo.>>
Pero el sol del domingo no brillaría más para
Saracco. Marchó y fue a casa de un pariente para
esperar allí a que pasara su padre y se hiciera
cargo de él. Mas, apenas llegó, le asaltó un dolor
a las costillas, se sintió sin fuerzas y se metió
en cama a descansar. Sus familiares le prepararon
un caldo que tomó, pero nadie temía que el mal se
agravase. No obstante, por precaución, llamaron al
médico, el cual juzgó que se trataba de un dolor
ligero, y ordenó un remedio. Pero el mal aumentó
de improviso. El dolor de costillas subió a la
garganta con extrema violencia. Saracco entonces
se dio cuenta del peligro y pedía un confesor,
besaba un crucifijo que le habían puesto en las
manos, pedía perdón al Señor, se encomendaba con
jaculatorias a la Santísima Virgen María. íCuánto
deseaba tener a su lado a don Bosco! íCómo se
arrepentía y lamentaba no haberle escuchado!
((**It7.821**)) Llegó
el sacerdote, pero demasiado tarde porque los
parientes no le encontraron en casa. Saracco había
perdido el habla. El sacerdote le absolvió y le
administró la unción de los enfermos. Pareció que
en aquel momento tuviese un instante de
conocimiento. El jueves salía del Oratorio y el
sábado había muerto sin poderse confesar. Su padre
llegaba el lunes para acompañarlo al pueblo y
Saracco ya estaba en el cementerio.
Cuando don Bosco acabó la narración, rogó a los
jóvenes, que todo lo bueno que realizaran al día
siguiente, lo ofreciesen en sufragio
(**Es7.698**))
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