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El día en que se celebraba la fiesta de santa
Cecilia, se representó en el Oratorio una bonita
comedia en dos actos, obra sencilla, llena de
ingenuidad, original del siervo de Dios. Cómicos y
espectadores quedaron muy satisfechos, por lo que,
visto el éxito de la primera representación, se
pensó en imprimirla, para que se pudiera leer y
también recitar públicamente en otros sitios.
Don Bosco añadió un prólogo histórico, que
decía en síntesis: se trata de una hija, la cual,
contra la voluntad del padre, rico campesino, se
casa con un joven pobre, pero honrado. Este
abandona el pueblo natal, la lleva a Turín, donde
él se dedica al comercio y hace una fortuna más
que regular. Pero diversas contrariedades le
reducen a la indigencia. Muere y poco después
muere también la mujer, dejando faltos de medios a
sus dos hijitos. Las aventuras que llevan a los
nietos a casa del abuelo forman la trama de la
comedia.
Con este opúsculo comenzaba, en enero de 1865,
el año XIII de la publicación mensual de las
Lecturas Católicas. Tenía éste por título: La casa
de la fortuna, representación dramática por el
sacerdote Juan Bosco, con un apéndice: El buen
hijo, por el abate Mullois.
El éxito de ésta y tantas otras
representaciones, lo mismo latinas que italianas,
era indicio del progreso de los alumnos en el
estudio, siguiendo las normas que don Bosco les
daba. Nosotros continuaremos cronológicamente la
serie de avisos que el buen Padre dio a sus hijos
durante varias noches.
((**It7.817**)) 24 de
noviembre. -Quiero indicaros, mis queridos amigos,
algunos medios para triunfar en los estudios y os
diré uno cada noche.
El primer medio para triunfar en ellos es el
temor a Dios. Initium sapientiae timor Domini
(Principio de la sabiduría es el temor a Dios).
>>Queréis ser verdaderamente doctos y sacar fruto
en la escuela? Temed al Señor, guardaos de
ofenderle, porque in malevolam animam non
introibit sapientia nec habitabit in corpore
subdito peccatis (en alma perversa la Sabiduría no
entra, no habita en cuerpo sometido al pecado). La
ciencia de los hombres dimana de la de Dios.
Y además, >>qué gusto pretendéis que
experimente en el estudio quien tiene el corazón
agitado por las pasiones? >>Cómo queréis que
supere las dificultades, que se presentan en la
clase, sin la ayuda de Dios? Omnis sapientia a
Domino Deo est (Toda sabiduría viene del Señor
Dios). Un solo pecado mortal ofende tan
grandemente a Dios que todos los ángeles y los
hombres juntos no podrían repararlo. Y Dios >>va a
ayudar en los estudios a quienes le ofenden tan
gravemente? Los hombres verdaderamente sabios
nunca fueron de los que ofendían al Señor. Mirad a
santo Tomás, a san Francisco de Sales. La
experiencia enseña de continuo que los que
aprovechan en el estudio son los que viven
alejados del pecado. Existen, es cierto, malvados
que brillan por su ingenio y su saber. Mas tal vez
merecieron del Señor en otros tiempos por su buena
conducta y sus obras buenas este gran don del que
más tarde abusaron. Por lo demás, la mayor parte
de ellos no poseen la verdadera
(**Es7.695**))
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