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Amadísimo Padre:
No deseamos más que verle pronto. Todos los
muchachos le esperan con los brazos abiertos. Ya
han entrado veintiocho; hay matriculados treinta y
siete, casi todos para las clases elementales y
primero de bachillerato. Dos para el tercero, más
dos del segundo y uno del primero de retórica. Hay
dos que proceden de otros colegios...
Para las confesiones viene todos los sábados el
Vice-párroco. El que daba la clase primera
elemental no podía tener orden, porque eran muy
numerosos los chicos del pueblo en esta clase y
demasiado enredones, y con ningún medio se lograba
nada. Hemos pensado, por tanto, poner al frente de
ella, al menos por algún tiempo, a Bodrato, quien
con su práctica sabe obtener mejor el orden...
Haga el favor de encomendarme al Señor a fin de
que no sea infructuoso mi ministerio. Si tarda
todavía algún día más en venir a vernos, espero
que ya se habrán incorporado todos los
matriculados.
Considéreme siempre como,
Su
agradecido hijo
DOMINGO
RUFFINO, Pbro.
Don Bosco fue a Lanzo, donde le recibieron y
despidieron entre conmovedoras manifestaciones de
afecto salesianos y alumnos. Lo mismo que en
Mirabello, su caridad llevó la paz y el consuelo a
las almas. Monseñor Costamagna y monseñor Fagnano
recuerdan los preciosos frutos de esta visita.
También don Bosco había sentido una gran
satisfacción al comprobar el espíritu de
sacrificio que animaba a sus clérigos.
((**It7.809**)) Don
Domingo Ruffino da cuenta de esta visita a Lanzo
en carta a don Vicente Pol, profesor de
bachillerato en el Seminario Menor de
Giaveno, cuando don Bosco llevaba la dirección del
mismo 1.
1 Muy apreciado don Vicente:
Recibí su última y no tuve que esperar para
satisfacer su ruego. Vino don Bosco a visitarme a
Lanzo y le hablé del huerfanito que usted
recomendó. No pudo hasta ahora aceptarlo en su
Oratorio de Turín porque el número de internos era
y es aún muy superior a la capacidad de la Casa,
de tal forma que debió enviar algunos al Seminario
Menor de Mirabello y otros a este colegio, donde
propiamente no se admite más que a los que pagan
pensión. Añada las innumerables peticiones, que
continuamente le asedian, a las cuales su caridad
no le permite dar un no rotundo:
Puede, por tanto, estar seguro de que, si don
Bosco le está haciendo esperar mucho, no es por
falta de voluntad. Y entonces >>en qué quedamos?
El muchacho está admitido, pero el momento de su
ingreso queda diferido un poco más. En la novena
de Navidad vaya con su hatillo y lo demás, si algo
se convino; preséntese a don Bosco o a don Víctor
Alasonatti con esta carta mía y será recibido.
Lanzo, 16 de octubre de 1864.
Suyo
afectísimo
DOMINGO
RUFFINO, Pbro.
(**Es7.688**))
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