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-Entonces, qué me respondes?
Confuso el clérigo, respondió casi
tartamudeando:
-Esta noche, o en Turín, le daré contestación.
Al acabar el teatro subió al dormitorio,
destinado al descanso de los jóvenes, y vio a don
Bosco en persona que, con sus propias manos le
preparaba la cama, que por la mañana no había
hecho. Le dio las buenas noches y se retiró a su
habitación, que estaba junto al dormitorio. Ante
aquel rasgo, el clérigo no pudo conciliar el
sueño, lloró toda la noche y por la mañana fue a
escuchar a la puerta de don Bosco. Oyendo que
paseaba, pidió entrar y sollozando exclamó:
-Mándeme donde quiera, no puedo aguantar más.
Así vencía don Bosco aquella resistencia y se
ganaba cada vez más a un joven, destinado a hacer
un bien inmenso en las misiones 1.
El 15 de octubre, sábado, celebróse en la
capilla del Seminario un
funeral solemne por los difuntos de cierta
asociación eclesiástica. El Obispo estaba
presente. Cantó la misa don Juan Cagliero. Y don
Bosco predicó una conmovedora alocución.
Después de comer quiso Monseñor llevar a don
Bosco y a sus muchachos a su casa de campo en
Strevi y les causó gran impresión su paternal
bondad. Estuvo siempre en medio de ellos y les
sirvió una abundante merienda.
El 16 de octubre, domingo, fiesta de la pureza
de María Santísima, se celebró una gran fiesta en
la Catedral, y los muchachos cantaron la misa.
((**It7.778**)) Durante
los tres alegres días, pasados en Acqui, visitaron
la hermosa catedral de cinco naves, sus diversas
iglesias, las antiquísimas fuentes sulfurosas de
agua termal y los alrededores de la ciudad. Vieron
las ruinas del acueducto romano, las termas de
lodo y al antiguo castillo de los marqueses de
Monferrato. Don Bosco, en cambio, atendió a sus
ocupaciones; aceptó nuevos alumnos para el
Oratorio y para sus dos colegios, y propagó la
suscripción a las Lecturas Católicas. Cuando iba
por las mañanas a la sacristía para celebrar la
misa, le esperaban para confesarse sus alumnos y
también los seminaristas. Más de uno de éstos
experimentó cómo el Siervo de Dios leía en los
corazones. Durante la jornada daba, además,
audiencia a los que deseaban hablarle sobre la
vocación.
Finalmente, por la noche del domingo, don
Bosco, que ya se había despedido del buen Obispo,
anunció a los muchachos que, a la
1 Se trata del que fue, más tarde, misionero,
primer inspector- provincial de América y obispo,
monseñor Santiago Costamagna (N. del T.)
(**Es7.662**))
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