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((**Es7.645**) -Gracias, don Bosco, por su visita; con ella ha proporcionado un gran bien a papá; ya ha visto cómo no sabía separarse de usted. Damos, pues, a usted las gracias y nos despedimos hasta volver a verle. Ya se alejaba don Bosco con todos los suyos, cuando se vio al marqués Ignacio, que trataba de alcanzarle a toda prisa. Don Bosco lo esperó y fueron juntos hasta la estación. El Marqués le habló en confianza, puso generosamente en su mano una limosna y no regresó a casa hasta que no se cerraron las portezuelas del tren. En Génova entraron, previo permiso del Alcalde, al son de la banda. Don Bosco la seguía con sus sacerdotes y clérigos y su nombre hacía que resultara simpático a todos los ciudadanos aquel batallón de muchachos. Aquella misma tarde fue don Bosco a despedirse y dar gracias al Arzobispo, quien le aseguró de corazón que estaba satisfecho de su viaje y que esperaba volver a verle con sus muchachos en otras ocasiones. Ya en el Seminario, pidió al ecónomo la cuenta, pues quería pagar al Seminario todo cuanto había gastado con sus alumnos. El ecónomo, sonriendo, le presentó la factura firmada ya, con el recibí. Fue un gesto de gran bondad de Su Excelencia. (**Es7.645**))
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