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subieron al tren con don Bosco. Formaban en el
grupo Luciano, Bersano, don José Lazzero, don Juan
Bautista Francesia, Gastini, quienes con sus
cantos, poesías y músicas, harían más alegre la
excursión y la hospitalidad de los bienhechores.
A las ocho y media llegaron a Génova, en cuya
estación unos sacerdotes les dedicaron los
primeros agasajos. En el seminario, situado en la
otra parte de la ciudad, les esperaba a la puerta
el rector don Juan Bautista Bernardis, doctor en
leyes, con don Angel Fulle, ecónomo y corresponsal
de las Lecturas Católicas para cien suscriptores,
y el célebre profesor de retórica Rebuffo.
Recibieron jubilosamente a don Bosco y a los
suyos. Les tenían preparada una gran cena y cada
muchacho ocupó para dormir una celda de los
seminaristas que se encontraban de vacaciones.
((**It7.753**)) A la
mañana siguiente, martes 4 de octubre, después de
la misa celebrada en la bonita capilla del
Seminario, don Bosco mismo acompañó a los
muchachos hasta el mar, el puerto y el faro. Fue
también con ellos don José Frassinetti, prior de
Santa Sabina, a quien había pasado a saludar en la
casa parroquial.
Vieron el palacio, o mejor alcázar, del famoso
príncipe Andrés Doria, construido por el emperador
Carlos V; a lo largo de las bajas murallas junto
al mar contemplaron la arboladura de los mástiles
de centenares de barcos y pasearon por la gran
terraza de mármol, hoy deshecha, que domina los
muelles de desembarco. Visitaron también varias
iglesias.
Después de la comida, en el Seminario, algunos
socios de las Conferencias de San Vicente de Paúl
se presentaron para llevar la comitiva al puerto.
Aquí se les unió don Bosco, que había ido a
saludar al Arzobispo, el cual le recibió muy
cordialmente. Tenían preparadas diez o doce
lanchas en las que les llevaron a visitar un gran
barco de guerra.
Por la tarde, hacia las seis, en el gran salón
del Seminario donde se había preparado un
escenario, se dio una representación teatral a la
que acudieron muchísimos invitados, especialmente
sacerdotes, y con la asistencia del Arzobispo.
Se representó una graciosa comedia, en dialecto
piamontés, con Gianduja como protagonista. Se
titulaba Antonio o Una lección de moral, tenía
tres actos y era original de don José Bongiovanni.
Su argumento es el de un señor que quiere apartar
a su sobrino de la mala vida, que finge querer
gastar su patrimonio entregándose al buen vivir.
Se cantó después la nueva romanza de don Juan
Cagliero Il fìglio dell'ésule (El hijo del
desterrado).
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