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Que el Señor le conceda salud y gracia y le
conserve ad multos annos para bien de la Iglesia,
y me crea,
De V. S. Ilustrísima y Reverendísima.
Castelnuovo de Asti, 1 de octubre de 1864.
Su
seguro servidor
JUAN
BOSCO, Pbro.
P.D.: Durante este año fueron ocho los
profesores del Oratorio que, por propia
conveniencia o del Oratorio, salieron de la casa;
necesitaría, por tanto, al clérigo Nicolas
Cibrario, quien dejaría de este modo a favor de
otros la pensión que actualmente disfruta. -Creo
no encontrará dificultad para el permiso que
respetuosamente le suplico.
El 2 de octubre, domingo del Santo Rosario, los
sacerdotes de Castelnuovo, y alguno del Oratorio,
se pusieron a confesar, y hubo muchísimas
comuniones. También confesaba don Bosco, el cual
departió sobre los asuntos del alma con muchos de
sus antiguos amigos. Es siempre digna de señalar
la confianza duradera que sabía inspirar, en
cuantos trataban con él. Dijo el mismo don Bosco
en sus últimos años:
-Cuando yo iba a Chieri y a Castelnuovo, todos
los que años antes habían pertenecido a mi
Oratorio festivo, o ya habían estado aquí en la
Casa de Valdocco, corrían a encontrarme y cumplir
con sus ((**It7.752**))
devociones; llegaban también de pueblos distantes
cuatro o cinco millas. Añado que, cuando los
alumnos del Oratorio iban de vacaciones, entonces
venían a confesarse conmigo, hasta de veinte o
treinta millas. Hoy podría parecer una exageración
mía, mas por aquellos tiempos era el caso de
muchos, y no de pocos.
Aquel domingo cantó la santa misa el vicario
don Antonio Cinzano y la orquesta se colocó en el
patio. Hacia las tres de la tarde se reunió una
gran multitud de fieles para escuchar la
predicación, que fue en la era, recibir la
bendición y gozar de la música, del espectáculo de
los fuegos artificiales y otras diversiones.
El 3, lunes, don Bosco y sus muchachos fueron
con tiempo a la acostumbrada comida en
Castelnuovo, que preparaba el señor Vicario; y,
cargada de provisiones, la alegre compañía llegó
hasta la estación de Villanuova. Hacia el medio
día, salieron de Turín los últimos destinados a
tomar parte en aquella placentera excursión.
Ocuparon dos vagones de tercera clase, que el
senador Bona había puesto a disposición de don
Bosco para todo el tiempo de la excursión. Al
llegar a Villanuova, saludaron con vítores a los
compañeros, alineados en el andén con la banda de
música, los cuales
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