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((**Es7.636**) quien ya estamos de acuerdo) manifestando su confianza en mí, el deseo de que haga todo lo que pueda en su favor... De otros asuntos, no hay nada nuevo por el momento. EMILIANO MANACORDA Así, pues, hasta desde Roma empezaban a llegar a don Bosco donativos para su nueva iglesia; y él los recibía con humilde reconocimiento y oportunamente sabía pagar con creces a sus bienhechores con bienes de todo género, espirituales y materiales, en nombre de la Virgen. No resulta fácil describir cómo les quería; la bondad de su corazón agradecido era una de las razones por la que muchísimos eran generosos con él. El tomaba por suyos sus intereses, sus alegrías y sus penas. A uno, perteneciente a nobilísima familia, le escribía: Amadísimo y Benemérito Señor Conde: En cuanto he recibido, por medio del reverendo Tortone, la noticia de que vuestra muy apreciada y benemérita Señoría deseaba un maestro para sus hijos, a quienes tanto quiero, he pensado en un sacerdote que me parece posee los títulos y dotes necesarias. Pero actualmente se encuentra fuera de Turín y no puedo hablarle hasta mitad de octubre, por lo que, hasta aquella fecha, no me es posible darle una contestación definitiva. Le escribo esto para su norma y para no dejarle en la incertidumbre. Son ya varias las veces, señor Conde queridísimo, que he participado en las cosas que de algún modo turban los asuntos de su familia, y siempre he rogado al Señor para que le ayudase y guiase, conforme a su mayor gloria. Usted, por consiguiente, no se inquiete, tenga paciencia. Nuestro paraíso no está aquí, ni los bienes fugaces de la tierra pueden hacernos felices. Sé que usted dice en su interior: -No podré hacer la beneficencia de antaño. ((**It7.748**)) -Es cierto, pero el Señor pagará igualmente su buena voluntad. Dios, rico en misericordia, derrame copiosas bendiciones sobre usted, sobre la señora Condesa su esposa, sobre su creciente prole y les haga a todos ricos del santo amor de Dios. Me encomiendo a mí y a mis muchachos a la caridad de sus santas oraciones, y contento de servirle en cuanto pueda, me profeso con todo mi aprecio. De V. S. Carísima. Turín, 28 de septiembre de 1864 Su afectísímo y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. Carísimo Señor Conde: He hablado con el sacerdote en quien pensaba para la enseñanza de sus amados hijitos. Habría esperanza de solucionarlo; solamente que no sabe griego. Si esta dificultad no fuere exclusiva, lo pondré en relación con su muy apreciada Señoría, para que puedan verse y hablar. Dios le bendiga, Señor Conde, le conceda salud, gracia y paciencia. Per ardua (**Es7.636**))
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