((**Es7.614**)
I
Es mi costumbre aconsejar a los alumnos que
entran nuevos en la Casa lo mismo que Pitágoras
(célebre filósofo italiano 1 de la antigüedad),
exigía de sus discípulos.Cada vez que se le
presentaba uno nuevo, quería para admitirlo en su
escuela, que antes le hiciese en confianza una
minuciosa declaración, o sea una especie de
confesión, de toda su vida pasada. Notad que
((**It7.721**)) era un
filósofo pagano, el cual, sin embargo, buscaba
merced a los muchos conocimientos adquiridos, ser
útil a sus semejantes. Pedía, pues, tal
manifestación y daba la razón de ello diciendo:
<>. Después cuando un joven era admitido
en su escuela como alumno, quería que le abriese
el corazón en todo:<>.
Lo mismo os aconsejo a vosotros, queridos
muchachos. Creen algunos que basta abrir
plenamente el corazón al director espiritual para
comenzar una vida nueva, y que han hecho una
confesión general cuando lo dicen todo... Eso es
una gran cosa, pero no lo es todo... Se trata no
sólo de remediar el pasado, sino también de
prevenir el futuro con firmes resoluciones... En
cuanto al porvenir, para caminar con seguridad
debéis revelar vuestros defectos habituales, las
ocasiones en que solíais caer, las pasiones
dominantes; cumplir los consejos y avisos que se
os darán poniéndolos fielmente en práctica; y
después perseverar teniendo abierto vuestro
corazón con entera confianza, exponiendo de tanto
en tanto las necesidades, las tentaciones, los
peligros, de modo que quien os dirige pueda
guiaros con seguridad.
Pero quede bien entendido que debéis poner como
fundamento una buena confesión... En cuanto al
pasado, declarad todo el mal que habéis hecho, no
sólo para que el confesor pueda conocer vuestra
alma, sino sobre todo para asegurar las
confesiones de la vida pasada y poder decir
después: -En cuanto al pasado estoy tranquilo; así
podré en adelante vivir más alegre. De este modo
tendréis la seguridad de la ayuda del Señor en
todas las circunstancias de vuestra vida, siendo
con vuestro amor y humildad sus verdaderos hijos y
amigos.
II
Esta noche tengo que recomendaros una cosa muy
importante. San Felipe, san Carlos Borromeo, san
Francisco de Sales, san Sebastián Valfré la
recomendaban a todos los jóvenes. La recomiendan
los señores por urbanidad y educación; la
recomiendan todos los buenos cristianos para
evitar el mal. Se trata de no poner nunca las
manos encima. Parece cosa de poca monta, y sin
embargo es muy importante, y el demonio, que es un
pícaro, se sirve de ello para tenderos asechanzas.
Entonces no hay que ponerse las manos encima en
ninguna ocasión? íEntendámonos bien! Si uno debe
ayudar a un enfermo, levantar del suelo a quien se
ha caído, no tan sólo puede, sino que debe. Dos
muchachos que vuelven de vacaciones se estrechan
la mano. Pase: no hay ningún inconveniente. Más
aún, para mayor claridad; al ir por la noche al
dormitorio, dos, al cruzarse, se ((**It7.722**)) dan la
mano para augurarse una buena noche: no les
reñiré. Pero eso de poner las manos cruzadas sobre
1 Pitágotas: No comprendemos -salvo error
tipográfico- cómo podía don Bosco decir, según el
original italiano, que Pitágoras, el filósofo y
matemático de Samos, fuera italiano. (N. del T.)
(**Es7.614**))
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