((**Es7.611**)
<>He quedado verdaderamente sorprendida y muy
admirada de la infinita misericordia de Dios, que
se ha dignado iluminarle tan prodigiosamente, para
darme consejos sumamente necesarios para mi alma,
sin que yo le hubiese todavía manifestado de algún
modo mis pensamientos, dudas y temores.
>>Doy gracias a Dios por tan gran bondad, y
también agradezco sin medida a V. S. que me haya
alcanzado un favor tan grande de Nuestro Señor...
>>Yo conservo su preciosa carta como un tesoro
y quiero tenerla siempre como norma de mi
vida...>>.
Una noble dama, la señora Carolina María S.,
enviaba a don Bosco, desde Venecia, las siguientes
líneas el 11 de agosto de 1864.
<>.
E iban a consultarle desde Roma.
Precisamente en este mes don Bosco conoció al
marqués Angel Vitelleschi, que iba por vez primera
a Turín con su esposa y un hijo.
Fueron al Oratorio y se confesaron con él. Desde
aquella fecha se estableció entre ((**It7.718**)) don
Bosco y aquellos señores una gran amistad.
En el 1865 le escribía el Marqués recomendando a
sus oraciones la propia familia y añadía:
<>.
Y después escribió a don Miguel Rúa, el 4 de
febrero de 1888:
<>.
Desde un monasterio de Turín, escribía sor
Magdalena Verónica una carta diciéndole a don
Bosco:
(**Es7.611**))
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