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CAPITULO LXIX
DECRETO DE APROBACION DE LA SAGRADA CONGREGACION
DE OBISPOS Y REGULARES EN FAVOR DE LA INSTITUCION
SALESIANA -TRECE OBSERVACIONES SOBRE LAS REGLAS DE
LA MISMA -CARTA DE DON BOSCO AL CARDENAL QUAGLIA
AGRADECIENDO EL DECRETO -MEMORANDUM DE DON BOSCO A
LA SAGRADA CONGREGACION, ACERCA DE LAS TRECE
OBSERVACIONES -TRADUCCION DE LAS REGLAS A LA
LENGUA LATINA
UNA gran alegría le esperaba a don Bosco por
aquellos días.
La Sagrada Congregación de Obispos y Regulares,
después de haber oído el parecer de varios
consultores, tras un minucioso examen, publicaba
el 23 de julio de 1864, juntamente con la
autorización del Sumo Pontífice, el Decreto
llamado de alabanza o de aprobación, autorizando
la existencia y el espíritu de la nueva Sociedad.
Se difería, no obstante, para tiempo más oportuno
la aprobación de las Constituciones y, teniendo en
cuenta las especiales circunstancias de tiempos y
lugares, se designaba a don Bosco Superior General
de por vida, fijando por doce años la duración en
el cargo de su sucesor.
Este decreto, con la carta de costumbre, fue
enviado al Vicario Capitular de Turín, el cual lo
transmitió a don Bosco.
DECRETO
De la Sagrada Congregación de Obispos y
Regulares para la Institución Salesiana.
Compadecido de la condición de los muchachos
más pobres, el sacerdote Juan Bosco, de la
diócesis de Turín, comenzó desde 1841, con la
ayuda de otros sacerdotes, a recogerlos y
enseñarles los primeros elementos de la Fe
Católica, y a socorrerlos con ayudas materiales.
De aquí surgió la Pía Sociedad, que, tomando
nombre de San ((**It7.706**))
Francisco de Sales, consta de sacerdotes, clérigos
y laicos. Los socios hacen profesión de los tres
tradicionales votos simples de pobreza, obediencia
y castidad; están bajo la dirección del Superior
General, que es llamado Rector Mayor, y, además de
la propia santificación, se proponen como fin
principal atender a las necesidades tanto
materiales como espirituales de los jovencitos,
especialmente los más pobres.
Desde el principio de la Pía Congregación, se
preocuparon con tal atención y diligencia de
cuanto juzgaron que podía ayudar a su finalidad,
que todos conocieron
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