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todo para satisfacer el celo del Vicario Albert,
quien, para conseguir su santo fin, ya había
superado dificultades materiales y pecuniarias de
todo orden.
Después de la fiesta de san Luis, fue don Bosco
a Lanzo. El vicario Albert y el alcalde Pablo
Tessiore le acompañaron a visitar el Colegio. Don
Angel Savio, enviado anteriormente para hacer una
inspección, no había informado demasiado
satisfactoriamente. El viejo edificio necesitaba
reparaciones, porque hacía algunos años estaba
deshabitado, a excepción de algunas habitaciones
asignadas a los maestros municipales, y las aulas.
Sin embargo, don Bosco no se echó atrás de su
compromiso; también él deseaba poseer, como fuese
y aun a costa de cualquier sacrificio, una tercera
casa para la Pía Sociedad. El Alcalde prometía
hacer ciertas reparaciones y el Vicario se
encargaba de construir tres pequeñas habitaciones,
levantando el techo de un lado del atrio interior.
Don Bosco se contentó por el momento. En 1851
había escalado aquella cumbre en compañía de José
Brosio, il bersagliere 1, como ya hemos ((**It7.694**)) narrado
y, al admirar el estupendo panorama de los
alrededores, había exclamado:
-íQué hermosa posición para un colegio!
El 30 de junio se reunió la Junta Municipal en
sesión extraordinaria, autorizada según acotación
del Gobernador Civil del 16 del mismo mes, para
deliberar sobre la propuesta presentada por don
Bosco para la reapertura del antiguo colegio. Don
Bosco asistió a la reunión en la que se acordaron
y estipularon las condiciones anteriormente
expuestas. El convenio, firmado por don Bosco, el
Alcalde y dos Concejales, se expidió sin más a la
Autoridad correspondiente del Gobierno Civil para
ser aprobado. Una vez realizado todo, don Bosco
regresó al Oratorio.
El 14 de julio por la noche se reunió el
Capítulo; aceptó a prueba a Espíritu Rossi y a
Esteban Orsi, quienes habían pedido ser inscritos
en la Pía Sociedad. En estos mismos días dio don
Bosco una conferencia a los hermanos. La Crónica
refiere el contenido de sus palabras.
La obediencia es el compendio de la perfección
de toda vida espiritual; es el camino menos
trabajoso y menos peligroso; el más seguro y más
corto que exista para enriquecerse con todas las
virtudes y llegar al paraíso. Santa Teresa estaba
tan persuadida de esta verdad que llegó a decir:
que si todos los ángeles juntos le hubiesen
1 Il bersagliere: Hay que remontarse a los
volúmenes anteriores, singularmente al tercero y
cuarto, para recordar la ayuda y testimonios que
este ex-soldado bersagliere (tropas ligeras del
año 1836) prestó a don Bosco los primeros tiempos
del Oratorio. (N. del T.)
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