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Sea esta la flor para mañana. Pensad en ello
por algunos momentos en la iglesia, después de la
meditación, o sea, de la lectura.
<<14 de junio. Don Bosco anunció el ejercicio
de la buena muerte y dijo después:
((**It7.676**)) -Tenéis
muchos motivos para hacerlo bien: para obtener del
Señor la salud, la ayuda para salir felizmente en
los exámenes... y además... porque uno de vosotros
no volverá a repetirlo. Quién será? íSeré yo, o
será alguno de vosotros! Lo cierto es que se trata
de uno de casa. Tal vez vosotros penséis: -íQuién
puede saberlo! Yo os lo podría revelar, pero sólo
os digo que, a su debido tiempo, lo sabréis y
entonces diréis:
-íNo creía yo que tuviese que morir aquél!
>>El 15 de junio, después de haber confesado
muchas horas, tanto por la mañana como por la
tarde después de comer, hablaba así don Bosco a
los muchachos:
-Anteayer os dejé un pensamiento para meditar,
que debería serviros para toda la vida. Ah, si
considerásemos que tenemos una sola alma y que,
perdida ésta, queda perdida para siempre, sería
posible que un joven tuviese el pecado en su
conciencia?
Yo sé que, en general, los jóvenes reflexionan
poco; a veces cometen el mal con una ligereza
inconcebible y hasta duermen con él durante mucho
tiempo, con un horrible monstruo que podría
despedazaros de un momento a otro. Pero cuál será
el despertador que nos recuerde a cada instante
este gran pensamiento del alma? íHe aquí otra
idea: ese despertador es la muerte! Vendrá tiempo
en que debo morir: Será pronto? Será tarde? Será
breve o será largo? Será este año, este mes, hoy,
esta noche? Y en tanto, qué será de esta alma en
aquella hora faltal? Si la pierdo, quedará perdida
para siempre. Mañana haremos este ejercicio
espiritual, que se llama ejercicio de la buena
muerte. Tenemos muchos motivos para realizarlo
bien. El mes pasado no pudimos hacerlo y, por
tanto, conviene que en éste pongamos más empeño.
Estamos en la novena de Nuestra Señora de la
Consolación; por consiguiente debemos procurarnos
su patrocinio siendo todos amigos de Dios.
Necesitamos las gracias del Señor, a fin de que él
nos conceda salud, inteligencia y nos ayude
también a salir bien de los exámenes. Si queremos
estos favores, recurramos a María; mas, para que
ella interceda, es preciso que nos mostremos sus
verdaderos hijos, odiando el pecado y teniéndolo
lejos de nosotros. Ella entonces será generosa con
nosotros regalándonos dones temporales y
espirituales, será nuestra guía, nuestra maestra,
nuestra madre. Todos los bienes del Señor nos
vienen por mediación de María.
Santa María Magdalena de Pazzi contempló a
todos los devotos de la Virgen n una barquilla que
tenía por piloto a la reina de los ángeles.
Soplaba el viento, se agitaba el mar, pero la nave
bogaba tranquila y segura.
Un santo tuvo una visión. Vio dos escalas que,
partiendo de la tierra, llegaban a tocar el cielo;
una era roja, y la otra blanca. En lo alto de la
primera estaba Jesucristo
(**Es7.573**))
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