((**Es7.568**)
Luego la miraba, se volvía a los presentes y
preguntaba con viva ansiedad:
-Ha dicho algo? Ha dicho alguna palabra?
Pero ninguno hablaba, porque la madre no había
respondido más que con el estertor de la agonía.
Entonces él, cada vez más exaltado y con voz
estremecedora, dijo:
-Mamá, dime solamente que me perdonas.
Mas en aquel instante la madre expiraba. El
infeliz sintió como si le cayera encima un gran
peso. La idea de haber acelerado la muerte de su
madre le acompañaba por todas partes, buscaba
distraerse, emprendía viajes, se entregaba a
diversiones, pero teniendo siempre ante sí el
triste aspecto de su madre moribunda. Ya han
pasado seis años en los que va repitiendo
continuamente que no puede olvidarlo.
También nosotros tenemos uno de estos muchachos
que ciertamente será la causa de la muerte de su
padre. íPobre padre! Había que verle esta mañana
pidiendo compasión para su hijo, que debía volver
a casa porque no es posible que siga más tiempo
aquí. Vino a mi habitación, casi quería ponerse de
rodillas, con todo el corazón suplicaba que fuese
perdonado y admitido de nuevo su hijo. Este, que
estaba a su lado, ((**It7.670**)) parecía
insensible, despreocupado, como si no se tratase
de él. Yo, que veía tanto disgusto reflejado en el
semblante del padre y ninguno en el del hijo,
consideraba que el escándalo dado había sido tal,
que no admitía perdón. Pero me venían las lágrimas
a los ojos y tuve que enviarlo al señor Prefecto.
Aquel pobre padre se encomendaba a todos, a los
maestros, a los asistentes, hasta al portero.
Amigos míos, recordad que es una gran desgracia
ser motivo de dolor para los propios padres. Dios
castiga a quien los hace llorar.
Finalmente el pobre padre regresó al pueblo y,
tanto rogó al Vicario parroquial, que le indujo a
interponer su mediación, y se volvió a admitir al
joven, a condición de reparar el escándalo con un
desagravio y cambiar de conducta. Pero actualmente
estará convertido? Si el Señor no le cambia el
corazón, volverá a escaparse apenas se le presente
ocasión. Las lágrimas del padre conmovieron a
todos; sólo él no se conmovió; y así acabará por
ser la causa de la muerte de su padre y de su
propia perdición. íPobre muchacho! Da lástima.
Recemos por él, para que el Señor toque su
corazón. Su mal está todo ahí: tuvo la desgracia
de juntarse con malos compañeros que le enseñaron
el camino de la perdición. Sólo una gracia del
Señor podrá cambiar esta cabeza. Mañana, por
tanto, y pasado mañana, reciba alguno de vosotros
la santa Comunión por este compañero extraviado, y
quién sabe si el Señor no tendrá en cuenta vuestra
caridad y lo convertirá. Esta sería para vosotros
una rica adquisición.
(**Es7.568**))
<Anterior: 7. 567><Siguiente: 7. 569>