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fue el único fin de cuanto hasta hoy he realizado.
Esta es la razón por la que, en las
contrariedades, en las persecuciones, en medio de
los más grandes obstáculos, nunca me he dejado
acobardar y el Señor estuvo siempre con
nosotros>>.
<>.
<((**It7.665**)) Os
diré, por tanto, que en este mes hay en el
Oratorio la costumbre de que los profesores,
asistentes y demás superiores, exceptuado don
Bosco, se reúnan para un asunto particular. Que
cuál es este asunto particular? preguntaréis. Se
reúnen para dar su opinión y su voto sobre los
alumnos que no son para esta casa y que, por
consiguiente, no serán aceptados en el Oratorio el
curso venidero. Yo confío, no obstante, que no
haya ninguno entre nuestros jóvenes que merezca
este feo regalo.
-Y quiénes son, preguntaréis, los que pueden
ser contados en el
número de los que desentonan en la Casa? Os lo
diré:
1.° Los que hubiesen hecho alguna gorda, por
insubordinación, robo u otras cosas. Parece, a
veces, que a ciertos individuos se les aguanta
demasiado, que se cierra un ojo, que no se les
aplica el rigor de la justicia.
Dad tiempo al tiempo; a cada cerdo le llega su
san Martín. A veces, ciertos miramientos debidos a
los padres, a los bienhechores, a la condición del
joven, obligan a que los superiores obren con
longanimidad.
2.° Los que fuesen de escándalo a los demás con
palabras o acciones.
3.° Los que demuestran no tener voluntad de
seguir en el Oratorio. Y, quiénes son los que
prefieren estarse en su casa? Los que están aquí
de mala gana. Se entiende que están de mala gana
los que siempre tienen algo que criticar: hoy una
orden de los superiores; mañana un artículo de los
reglamentos; ahora se quejan de la comida, después
del Oratorio; los que buscan escapar de la
presencia de los Superiores, que no quieren de
ningún modo estudiar o producen destrozos en un
lado u otro de la casa. Todos éstos se encuentran
en el número de los que no sirven para el Oratorio
y que no se pueden admitir para el próximo curso.
La causa de nuestra decisión es ésta: nosotros
caminamos hacia adelante con esta regla; no
queremos que ninguno esté a la fuerza. El que
quiera estar que esté a gusto: y no basta estarlo
interiormente; hay que demostrarlo exteriormente,
haciendo ver que se está satisfecho de todo lo que
disponen los superiores. Si don Bosco estuviese
aquí para ganar dinero, se podría comprender que
admitiera muchachos mal educados y malos. Pero,
como nosotros no trabajamos por interés, por eso
queremos que todos los alumnos sean buenos, o al
menos manifiesten la buena voluntad de serlo y que
estén contentos.
Mas espero, como os decía, que no habrá ninguno
que vaya a casa a vacaciones y vea después llegar
una carta dirigida a los padres, invitándoles a
colocar en otra parte a su hijo, por no haber ya
lugar para él aquí. De todos modos no quiero
asustaros
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