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Frente a esta necesidad, el sacerdote Juan
Bosco se ha determinado a construir un sagrado
edificio en un terreno comprado precisamente para
ello entre la calle Cottolengo y el Oratorio de
San Francisco de Sales.
Hace catorce años que este Oratorio atiende a
muchos jóvenes y personas mayores; pero, teniendo
en cuenta la mayor necesidad, por el aumento de la
población, tal iglesia no puede atender de ningún
modo ni a la tercera parte de jovencitos que allí
acuden especialmente en los días festivos. La
nueva iglesia, por consiguiente, debe tener
capacidad y ser lo suficientemente espaciosa para
satisfacer la necesidad de los jovencitos y
adultos que quisieran utilizarla. A la iglesia
iría también unido ((**It7.652**)) un
local para escuelas nocturnas y dominicales y un
recinto para juegos y diversiones en los días
festivos. Gracias a algunos beneméritos
ciudadanos, que ya tendieron su benéfica mano, se
ha preparado el lugar, los planos y abundante
cantidad de materiales. Confiamos que estos
primeros donantes contarán con generosos
imitadores y que el edificio podrá concluirse tan
rápidamente como se llevaron a cabo otras obras de
pública beneficiencia, que tanto honran a esta
nuestra capital.
Al terminar abril estaban acabadas las
excavaciones, casi emparrillados los fosos y todo
se hallaba pronto para iniciar los trabajos de
mampostería. El maestro de obras, Carlos Buzzetti,
se presentó a don Bosco para que le complaciera
colocando él la primera piedra. El siervo de Dios
fue, acompañado de sus sacerdotes y numerosos
alumnos, a la sencilla ceremonia. Apenas
terminada, quiso manifestar su satisfacción y,
dirigiéndose a Carlos Buzzetti, le dijo:
-Quiero darte ahora mismo un anticipo por los
grandes trabajos. No sé si será mucho, pero será
todo lo que tengo.
Y así hablando sacó el portamonedas, lo abrió y
lo volcó en las manos del maestro de obras, que se
imaginaba se le iban a llenar de marengos 1. íCuál
no fue su asombro y el de todos los que le habían
acompañado, al no aparecer más que ocho pobres
moneditas de cinco céntimos. Don Bosco sonriendo
añadió:
-Estáte tranquilo, la Virgen pensará en proveer
el dinero necesario para su iglesia. Yo no seré
más que el instrumento, el cajero.
Y volviéndose a los que le rodeaban, concluyó:
-íYa veréis!
El marqués de Fassati fue a contemplar la
grandiosidad de los planos y le dijo:
-Verdaderamente, usted es más valiente que yo
para aprestarse a construir.
Personas sensatas le preguntaban con cuánto
dinero contaba y qué
donativos podría calcular que recaudaría,
tratándose de un gasto que se juzgaba pasaría del
medio millón, y él respondió:
1 Marengo: Antigua moneda de oro francesa. (N.
del T.)
(**Es7.553**))
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