Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es7.545**) -Sí que lo soy, contestó Aiachini. -Y también tú quieres ir al paraíso? Con gusto te doy permiso. Dicho esto, se volvió a Tomatis: -También tú eres amigo de don Bosco? Nosotros dos, todavía tenemos que comer juntos muchos panecillos. Después dijo a los tres: -Y adónde ibais? -A la iglesia a confesarnos, respondieron. -Voy, pues, a la habitación a dejar el sombrero y bajo enseguida. Aiachini, después de los exámenes semestrales, cayó enfermo y fue enviado a su pueblo natal para recuperar la salud. Y he aquí que el último día de marzo por la noche subió don Celestino Durando a la tribuna y dijo: -Ha fallecido un compañero vuestro, Aiachini. Ha tenido una santa muerte. Una carta había llevado a don Bosco la triste noticia 1. ((**It7.643**)) Tomatis, apenado por la muerte del amigo, esperaba la vuelta de Vicini, que no acababa de llegar. El, en tanto, impelido por la Providencia, se disponía sin saberlo a comer muchos panecillos con don Bosco. Como no pensaba en hacerse sacerdote consideraba inútil para él el estudio de la lengua latina, y así mientras en los exámenes de todas las asignaturas había obtenido las mejores calificaciones, en latín había sacado suspenso. El jesuita padre Tomatis, su tío, le reprendió y le hizo comprender la importancia de saber latín para cualquier género de profesión. Entonces el muchacho, que tenía mucho talento y memoria, 1 Ilmo. y Rvmo. Señor Don Bosco: La muerte conduce mi mano temblorosa al escribir estas líneas. Pablo Antonio Aiachini, tan despabilado alumno de su Oratorio, expiró ayer a las diez y media de la noche en brazos del Señor, en Castelferro, a donde había sido trasladado hace seis días para ver si mejoraba su convalecencia con los aires del pueblo. Pero aquí la fiebre tifoidea consumió rápidamente a la pobre víctima. El Señor que le dio vida se apresuró a arrancarlo de la malicia humana y del amor y las esperanzas de padres y parientes. Cuántas veces decía el querido sobrino: -Si hubiese sabido que me iba a ir no me hubiera movido del Oratorio, para tener la satisfacción de expirar bajo la mirada de don Bosco. iEs un santo! Estas palabras, venerando hombre de Dios, suavizan el acervo dolor que aflige mi corazón. íAh! Ayude, buen sacerdote, el alma del confiado muchacho y ofrezca por él el Santo Sacrificio... Y aquí hago punto, porque las lágrimas velan mis ojos. Su apenado servidor P. JULIO AIACHINI (**Es7.545**))
<Anterior: 7. 544><Siguiente: 7. 546>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com