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Padre gloriosamente reinante, persuadidos de que
nuestras recomendaciones serán benignamente
acogidas y que las bendiciones del Santo Padre
aportarán al Oratorio los mayores beneficios.
Desde la Curia Arzobispal de Turín, a 11 de
febrero, 1864.
JOSE ZAPPATA,
Vicario General Capitular
T. G. GIUSTETTl, Secretario
Una vez satisfecho su deseo, reunió don Bosco
en su despacho el mismo día once del mes a los
miembros del Capítulo para comunicarles la
consoladora noticia de los trámites realizados
hasta el momento, y presentarles algunos alumnos
que deseaban formar parte de la Congregación.
Léese en las Actas del Capítulo:
El día 11 de febrero de 1864 se reunió el
Capítulo de la Pía Sociedad de San Francisco de
Sales, y aceptó para la prueba a: Bernardo
Ansaldi, Enrique Bonetti, Félix Cerruti, Juan
Grassi y Pedro Norza.
Al día siguiente entregaba a un mensajero
especial las cartas comendaticias de los Obispos,
las Reglas y una carta suya dirigida al Sumo
Pontífice.
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Santísimo Padre:
Con el único fin y deseo de promover la gloria
de Dios y el bien de las almas, me postro
humildemente a los pies de Su Santidad, suplicando
la aprobación de la Sociedad de San Francisco de
Sales. Es éste un proyecto que he meditado mucho y
que anhelo hace tiempo. Cuando el año 1858 tuve la
suerte de poder presentarme ante Su Santidad, al
comprender los esfuerzos que hacían la herejía y
la incredulidad para insinuarse en los pueblos y
sobre todo en la pobre e inexperta juventud,
recibía con evidente gratitud la idea de una
Sociedad que se cuidase particularmente de esta
porción de la grey de Jesucristo. Vuestra misma
Santidad dignóse trazarme las bases, que he
tratado de desarrollar en cuanto he podido en este
plan de reglamento. Mas, pese a mi firme voluntad
y a haber dedicado mis débiles fuerzas para llevar
a la práctica los consejos de Su Santidad, sin
embargo, temo haberme alejado demasiado de cuanto
me había propuesto al ejecutar el trabajo, aun en
cosas esenciales. Por este motivo pido más bien la
corrección de estas proyectadas constituciones que
su aprobación.
Por tanto ruego a Su Santidad o a quien se
dignare encargar, que corrija, añada, suprima
cuanto crea sea para mayor gloria de Dios. Yo no
haré la menor observación, antes me ofrezco a dar
las explicaciones que se crean oportunas y
necesarias. Desde ahora me profeso deudor de quien
me ayude a perfeccionar los estatutos de esta
Sociedad y lograr que sean lo más posible
permanentes y conformes a los principios de
nuestra santa católica religión.
Se componen las constituciones de dieciséis
capítulos, divididos en breves artículos, cuya
copia adjunto. En hoja aparte se da razón de
algunas cosas más importantes.
(**Es7.526**))
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