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por eso imploro una avemaría suya. Además,
nosotras tenemos la suerte de contar con una
óptima madre superiora, a la que amamos
tiernamente y deseamos toda felicidad. El día 23
del corriente es su día onomástico: ojalá pudiera
ser que la madre Manuela tuviese la fortuna de la
madre Eulalia de que vuestra reverendísima
paternidad alegrase la fiesta con unas palabras a
la comunidad y reservase luego un cuartito de hora
para oír a nuestra buena Madre, que ciertamente
tendrá muchas cosas que decirle. En el caso de que
le fuera imposible el día 23, esté seguro V. R. de
que aún llegaría a tiempo, si puede disponer de
unos minutos el día de Navidad.
Le suplico haga lo posible: se trata de
consolar a una comunidad y de liberar a la
Superiora de un vicio capital (envidia, pero
santa). Concluyo ofreciéndole mis cordialísimos
augurios de unas felices fiestas navideñas, buen
fin y mejor principio de año. Dígnese impartirme
su paternal bendición, para que acierte en mi
cargo de Maestra de las Magdalenitas, para gloria
de Dios, bien del prójimo y salvación de mi alma.
Beso respetuosamente su mano y me profeso, con la
mayor veneración.
De vuestra Reverendísima Paternidad.
Turín, 16 de diciembre, 1864.
Su humilde hija
y sierva en Cristo
Sor TERESA
MAGDALENA
Don Bosco había recibido la carta comendaticia
del Obispo de Susa el día 19 de enero, pero
esperaba con vivo ((**It7.610**))deseo la
del Vicario Capitular de Turín. Este se hallaba
frente a un problema por resolver, que debía
interesar grandemente a toda la diócesis, por
muchos motivos fáciles de comprender. Tampoco hay
que olvidar que algún respetable eclesiástico y
consejero suyo no veía con buenos ojos a la Pía
Sociedad. Por ello, don Bosco, que había rogado al
canónigo Vogliotti que le cediese, mediante la
correspondiente retribución, una parcela de prado
en Valdocco perteneciente al Seminario, le
escribía en estos términos:
Ilustrísimo y Reverendísimo Señor:
Cuénteme también a mí entre los muchos que de
continuo le molestan y tenga paciencia. Si pudiera
llevar a cabo los trámites del terreno, que
todavía se necesita para la edificación de la
deseada iglesia, me causaría mucho gozo: se lo
ruego encatecidamente.
Encomiendo también a usted la carta
comendaticia en favor de nuestra pobre Sociedad;
porque temo mucho que un nicho del camposanto
venga a echar por tierra mis proyectos.
Perdone la molestia y acepte mis augurios de
todo bien del Señor, mientras me profeso con todo
aprecio.
De Vuestra Señoría Ilma. y Rvdma.
Turín, 26 de enero, 1864.
Su
seguro servidor
JUAN
BOSCO, Pbro.
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