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la atención que la Marquesa le prestaba en los
primeros tiempos, durante su permanencia en el
Refugio 1.
Las cordiales relaciones entre la Marquesa y
don Bosco habían desaparecido por causas expuestas
en los precedentes volúmenes;
hacía tres años que no se habían visto, ni había
recibido el Oratorio ningún socorro de la ilustre
señora, la cual había empleado todo su colosal
patrimonio en la fundación de obras de caridad.
No obstante, don Bosco mostró su agradecimiento
yendo con sus jóvenes al Refugio, al funeral de
trigésima, en el que cantaron la misa fúnebre de
don Juan Cagliero. Al mismo tiempo ((**It7.609**)) ya
antes de la muerte y después, hasta el fin de su
vida, don Bosco siguió dando pruebas de
benevolencia a las religiosas de las instituciones
de la Marquesa. Baste por ahora la siguiente carta
dirigida a don Bosco:
Muy reverendo Padre:
La singular bondad de V. R. al aceptar a mi
anciano padre en su Oratorio, fue la causa de su
salvación. Hizo también lo posible por mi hermano
orientándole por el camino del cielo, y hasta
ahora él no ha correspondido, por lo que le
encomiendo a sus santas oraciones. También le
agradezco la caridad con que me enseñó aritmética.
Todos estos favores me imponen la obligación, para
toda mi vida, de la más viva gratitud, de que yo
sea capaz.
Tendría ahora necesidad de una doble gracia, es
decir, espiritual y temporal, y
1 Muy apreciado señor Burdizzo:
Me encarga la señora Marquesa que le escriba
para que haga el favor de pasar el siguiente
encargo al teólogo Borel.
Se ha informado del delicado estado de salud
que atraviesa don Bosco actualmente y, de la
necesidad que, tal vez, tiene de un tiempo de
reposo para mejor cuidarse. Ella está dispuesta a
entregar a don Bosco los honorarios que le han
sido asignados, dejándole que vaya a pasar una
temporada con sus parientes y hacer lo posible
para restablecerse. El teólogo Borel tendrá la
amabilidad de comunicarle esta disposición de la
señora Marquesa y aconsejarle que la aproveche.
Ella espera que el descanso restablecerá a este
buen sacerdote, de modo que pueda reemprender su
actividad en el servicio de Dios. Con esta
esperanza, se ruega al teólogo Borel que busque
para este tiempo otro celoso eclesiástico que
reemplace por el momento a don Bosco: la señora
Marquesa dará al suplente la misma asignación que
tiene don Bosco.
La señora Marquesa se interesa por su
recuperación y le saluda, a la par del teólogo
Borel y del reverendo Pacchiotti. También yo
presento mis respetos a los tres.
Les daré las noticias de la señora Marquesa:
sigue con una ligera fluxión en los ojos, oídos,
dentadura y toda la cabeza, lo que le produce un
poco de fiebre. Ha mejorado del estómago. Combate
este reuma general con medicamentos suaves,
vesicantes, etc., esperando que se podrán acabar
las extracciones de sangre.
Se ruega al teólogo Borel tenga la bondad de
comunicar estas noticias a las religiosas y
alumnas, para que la encomienden con fervorosas
oraciones al Señor.
Les saludo a usted y al señor Velasco y me
honro profesándome con todo aprecio.
Roma, 23 de diciembre, 1845.
Su seguro
sevidor
SILVIO
PELLICO
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