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((**Es7.516**) la atención que la Marquesa le prestaba en los primeros tiempos, durante su permanencia en el Refugio 1. Las cordiales relaciones entre la Marquesa y don Bosco habían desaparecido por causas expuestas en los precedentes volúmenes; hacía tres años que no se habían visto, ni había recibido el Oratorio ningún socorro de la ilustre señora, la cual había empleado todo su colosal patrimonio en la fundación de obras de caridad. No obstante, don Bosco mostró su agradecimiento yendo con sus jóvenes al Refugio, al funeral de trigésima, en el que cantaron la misa fúnebre de don Juan Cagliero. Al mismo tiempo ((**It7.609**)) ya antes de la muerte y después, hasta el fin de su vida, don Bosco siguió dando pruebas de benevolencia a las religiosas de las instituciones de la Marquesa. Baste por ahora la siguiente carta dirigida a don Bosco: Muy reverendo Padre: La singular bondad de V. R. al aceptar a mi anciano padre en su Oratorio, fue la causa de su salvación. Hizo también lo posible por mi hermano orientándole por el camino del cielo, y hasta ahora él no ha correspondido, por lo que le encomiendo a sus santas oraciones. También le agradezco la caridad con que me enseñó aritmética. Todos estos favores me imponen la obligación, para toda mi vida, de la más viva gratitud, de que yo sea capaz. Tendría ahora necesidad de una doble gracia, es decir, espiritual y temporal, y 1 Muy apreciado señor Burdizzo: Me encarga la señora Marquesa que le escriba para que haga el favor de pasar el siguiente encargo al teólogo Borel. Se ha informado del delicado estado de salud que atraviesa don Bosco actualmente y, de la necesidad que, tal vez, tiene de un tiempo de reposo para mejor cuidarse. Ella está dispuesta a entregar a don Bosco los honorarios que le han sido asignados, dejándole que vaya a pasar una temporada con sus parientes y hacer lo posible para restablecerse. El teólogo Borel tendrá la amabilidad de comunicarle esta disposición de la señora Marquesa y aconsejarle que la aproveche. Ella espera que el descanso restablecerá a este buen sacerdote, de modo que pueda reemprender su actividad en el servicio de Dios. Con esta esperanza, se ruega al teólogo Borel que busque para este tiempo otro celoso eclesiástico que reemplace por el momento a don Bosco: la señora Marquesa dará al suplente la misma asignación que tiene don Bosco. La señora Marquesa se interesa por su recuperación y le saluda, a la par del teólogo Borel y del reverendo Pacchiotti. También yo presento mis respetos a los tres. Les daré las noticias de la señora Marquesa: sigue con una ligera fluxión en los ojos, oídos, dentadura y toda la cabeza, lo que le produce un poco de fiebre. Ha mejorado del estómago. Combate este reuma general con medicamentos suaves, vesicantes, etc., esperando que se podrán acabar las extracciones de sangre. Se ruega al teólogo Borel tenga la bondad de comunicar estas noticias a las religiosas y alumnas, para que la encomienden con fervorosas oraciones al Señor. Les saludo a usted y al señor Velasco y me honro profesándome con todo aprecio. Roma, 23 de diciembre, 1845. Su seguro sevidor SILVIO PELLICO (**Es7.516**))
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