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más impresión os hizo en las predicaciones; anotad
los hechos más fáciles de imitar, las máximas
necesarias para practicar que halléis en los
libros que se leen en el estudio, en el comedor,
en el dormitorio o en la iglesia. De esta forma no
tardaréis en enriqueceros con miel, esto es, con
buenos pensamientos, buenas obras y santa alegría,
producida por la paz del corazón.
Estas palabras salían de un corazón lleno de
indescriptible ternura para los que la divina
Providencia le había confiado. Tendríamos ejemplos
sin número, pero recordamos uno solo que nos
ofrece la crónica de Ruffino.
<>.
íQuerido don Bosco, cuánta atención para con
los demás y qué pocos cuidados para sí mismo!
Quería siempre que le sirviesen la misma comida
que a la comunidad y no consentía que le
preparasen ningún alimento especial.
<>Algunos profesores protestaron por el mismo
motivo y, don Bosco reconociendo su necesidad,
mandó recado al cocinero para que diese caldo a
los que lo pidieran; pero sólo a ellos a fin de
que no sobreviniesen abusos.
((**It7.604**)) >>En
tanto cayó él enfermo y hubo de guardar cama por
haber comido de aquella polenta. A pesar de eso,
no cambió de sistema>>.
Con la enfermedad llegaron nuevas
contradicciones y consiguientemente se sumaron
nuevas preocupaciones. El seminario menor de
Mirabello, como dependiente que era de la
autoridad eclesiástica de Casale, reconocido y
aprobado por monseñor Calabiana, no había pedido
la autorización del Delegado Real de estudios de
Alessandria, ni le había notificado su apertura.
Para los seminarios menores dejaba el Gobierno
libertad a los obispos en lo tocante a la
enseñanza y programación de estudios que creyesen
conveniente al fin
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