((**Es7.502**)
Estábamos en el cuarto día de su enfermedad,
cuando el médico empezó a temer por la vida de
nuestro Francisco. Para comenzar a hablarle de
este último momento, le dijo don Bosco:
-Mi querido Besucco: te gustaría ir al paraíso?
((**It7.591**)) -íCómo
no me va a gustar ir al paraíso! Pero hay que
ganarlo.
-Supón que se trata de elegir entre sanar o ir
al cielo qué elegirías?
-Son dos cosas distintas, vivir para el Señor,
o morir para ir con el Señor. La primera me gusta,
y bastante más la segunda. Pero quién me asegura
el paraíso, después de tantos pecados como he
cometido?
-Al hacerte esta propuesta, supongo que estás
seguro de ir al paraíso; por lo demás, si se
tratara de ir a otro lado, yo no quiero que por
ahora nos abandones.
-Cómo podré merecer el paraíso?
-Te merecerás el paraíso por los méritos de la
pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
-Iré, por tanto, al paraíso?
-Seguro, cierto; claro que cuando le plazca al
Señor.
Entonces dió una mirada a los que estaban
presentes y luego, frotándose las manos, dijo con
gozo:
-El contrato está hecho: el paraíso y nada más;
al paraíso y no a ningún otro sitio. No se me
hable más que del paraíso.
Don Bosco prosiguió entonces:
-Me gusta que desees el paraíso, pero quiero
que estés dispuesto a cumplir la santa voluntad
del Señor...
Interrumpió él aquellas palabras y dijo:
-Sí, sí, hágase la santa voluntad de Dios en
todo, en el cielo y en la tierra...
Por la tarde del día 5, escribe don Bosco: <>-Qué quieres que diga a tus compañeros de tu
parte:
>>-Dígales que huyan del escándalo, que
procuren confesarse siempre bien.
>>-Y a los clérigos?
>>-Dígales que den buen ejemplo a los muchachos
((**It7.592**)) y que
se esmeren para darles buenos avisos y consejos,
siempre que tengan ocasión.
(**Es7.502**))
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