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Don Bosco respondió que no:
-Porque necesito, dijo, que me ayudéis a
cumplir el que di en general.
Así acababa el año 1863 y, aunque don Bosco no
hubiese dado un aguinaldo a cada uno en
particular, muchos jóvenes, al estilo de otros
años, le entregaban su propio aguinaldo en un
papelito que él recibía con agrado. Uno sólo de
ellos llegó a nuestras manos, el de César Chiala,
el cual le ayudaba, como ya hemos dicho, en la
redacción de las Lecturas Católicas. No es ninguna
amonestación, sino más bien la exposición y
aprobación de una norma de conducta recibida de
don Bosco. Dice así: Interroga libenter et audi
tacens verba sanctorum: nec displiceant tibi
parabolae seniorum: sine causa enim non
proferuntur. (De Imitatione Christi, Lib. I. Cap.
V.). Pregunta de buena gana y escucha en silencio
las palabras de los santos: no te disgusten las
parábolas de los ancianos: pues no se profieren
sin causa). (De La Imitación de Cristo, Libro I,
Capítulo V).
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