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sin abrir los labios; encontré unos que riñeron y
otros que, no do garse, alimentaron el rencor y el
odio hacia sus rivales por mucho tiempo.
Hay, además, toda una serie de ellos que huye
del trabajo, como de un enorme peñasco suspendido
sobre su cabeza; pero lo que más me ha dolido es
que algunos se las arreglaron para introducir
máximas deshonestas y conversaciones que san Pablo
no quiere que se nombren entre cristianos. Hubo
también unos pocos, que deberé decirlo?, se
acercaron indignadamente a los sacramentos.
Esto es, mis queridos amigos, lo que he
advertido sobre la marcha del Seminario Menor de
Mirabello.
((**It7.583**)) Creéis,
tal vez, que escribo todo esto para reprenderos?
No, lo escribo sólo para avisaros, de modo que los
buenos se animen a perseverar, los fríos procuren
encenderse y calentarse en el amor de Dios y los
que lo necesiten se levanten del estado en que se
encuentran. Tendría mucho más que escribiros, pero
me reservo decirlo en la próxima visita que os
haré. Os diré, además, lo mucho que Dios nuestro
Señor espera de vosotros, durante este año, para
ganaros sus bendiciones:
1.° Fuga del ocio y, por tanto, suma diligencia
en el cumplimiento de los propios deberes
escolares y religiosos. El ocio es el padre de
todos los vicios.
2.° Comunión frecuente. íQué gran verdad os
digo en este momento! La comunión frecuente es una
enorme columna que sostiene al mundo moral y
material, para que no vaya a la ruina.
3.° Devoción y asidua invocación a María
Santísima. Jamás se ha oído decir en el mundo que
uno haya recurrido con confianza a esta Madre
celestial, sin que haya sido prontamente
escuchado.
Creedlo, mis queridos amigos, pienso no
exagerar asegurando que la comunión frecuente es
una gran columna sobre la cual se apoya un polo
del mundo; y que la devoción a la Virgen es otra
columna sobre la que se apoya el otro polo. Por
consiguiente, digo a don Miguel Rúa, a los otros
superiores, maestros, asistentes, a todos los
alumnos: que recomendéis, practiquéis, insistáis
con todas las fuerzas del amor de Jesucristo, para
que jamás se olviden estos tres recuerdos que os
mando para mayor gloria de Dios, para bien de
vuestras almas, tan queridas por nuestro Señor
Jesucristo, que, con el Padre vive y reina en la
unidad del Espíritu Santo. Así sea.
Mientras os aseguro que todos los días os
recomendaré al Señor en la santa misa, encomiendo
mi alma a la caridad de vuestras oraciones. Los
alumnos de esta casa se encomiendan también a
vuestras oraciones y os desean todo bien del
cielo.
La Santísima Virgen os conserve a todos suyos y
siempre suyos. Amén.
Turín, 30 de diciembre, 1863.
Vuestro
afectísimo en Jesucristo
JUAN BOSCO,
Pbro.
P.S. Estad tranquilos sobre el joven que debía
partir hacia la eternidad. Era Luis Prete. Pero
observad que las partidas de nuestros jóvenes van
siempre de dos en dos; por tanto, queda todavía
otro compañero que quiere seguirlo a la patria de
los bienaventurados.
>>En esta carta iban incluidas quince cartitas
autógrafas, dirigidas a varios asistentes y
alumnos en particular.
>>EI mismo día, don Bosco hizo escribir también
una ((**It7.584**)) carta
(**Es7.495**))
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