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dos en dos. No quiero decir con esto que ahora
vaya a suceder así, sino que en el pasado acaeció
de esa manera. Moría uno y, después de diez o
quince días, moría otro. Ahora está por ver, si
muerto uno, después de diez o quince días, acaso
menos de veinte, no morirá otro.
>>Mañana por la noche os daré el aguinaldo.
Vendrán aquí también los aprendices, porque yo
desearía estar con vosotros y a la vez encontrarme
en medio de ellos. Por lo tanto, como no puedo
dividirme en dos, vendrán aquí los aprendices.
>>Mientras tanto empezad vosotros por recibir
este recuerdo particular: no os ensoberbezcáis
jamás de lo que sabéis. Cuanto más sabe uno, más
cuenta se da de que es un ignorante: Sócrates
decía: Hoc unum scio me nihil scire (sólo sé una
cosa, que no sé nada). Por tanto, sed humildes:
1.° persuadiéndoos de que no sabéis nada; 2.° no
sirviéndoos mal de la ciencia; 3.° sabiendo lo que
nos enseña Jesús crucificado: ((**It7.582**))
perdonad las injurias recibidas, perdonad a los
enemigos>>.
<<30 de diciembre. Don Bosco escribía a sus
nuevos alumnos de Mirabello:
A mis queridos amigos del Seminario Menor de
San Carlos en Mirabello.
La gracia de N.S.J.C. esté siempre con
vosotros. Amén.
Las muestras de filial afecto que me habéis
dado, queridos amigos, cuando tuve la suerte de
visitaros, me habían determinado a volver de nuevo
hasta vosotros en estos días de fiesta y de
felicitaciones. Mas, ya que mis especiales
ocupaciones no me lo permiten, me limito a
escribiros una carta y manifestaros algunos
pensamientos de mi paternal corazón.
Ante todo, os agradezco lo que hicisteis por
mí, los saludos enviados, oraciones elevadas a
Dios por la salvación de mi alma; os agradezco
también el afecto que tenéis a don Miguel Rúa y a
los demás superiores de ese seminario. Desde que
estuve con vosotros, a más de otras veces que he
ido a veros espiritualmente, creo oportuno deciros
lo que he observado en particular (con tal motivo
escribo unos papelitos a parte) y en general.
Con verdadera satisfacción he observado vuestra
mayor frecuencia de los santos sacramentos de la
confesión y comunión, vuestra compostura más
devota en la iglesia y en la oración,
especialmente la de la noche, vuestra mayor
caridad para soportar las molestias de los
compañeros; y en muchos un gran esfuerzo para
adelantar en los estudios y combatir los defectos
y las malas linaciones. He observado esto con gran
satisfacción; con todo, si me lo permitís, debo
deciros muchas cosas que afligen bastante mi
espíritu.
Noté que algunos van a la iglesia sin dar
muestra alguna de entrar en un lugar sagrado;
escuchan la predicación (y no son pocos)
distraídos continuamente, sin sacar ni siquiera
una máxima para practicarla en bien de su alma.
Observé que algunos comienzan las oraciones y
llegan al fin, sin saber que las han dicho y
generalmente
(**Es7.494**))
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