((**Es7.433**)
-No puedo.
-Santidad, mi soberano podría ofenderse y os
arrepentiríais más tarde de haber incurrido en su
indignación.
-No puedo.
-Por consiguiente...
-Por consiguiente, pues tanto insistís, volved
a vuestro emperador y habladle así: el Papa dice:
<>.
íQué gran pensamiento y que digno de un Papa!
Lo mismo os digo yo a vosotros, amigos míos.
Tenemos una sola alma. Si tuviéramos dos,
podríamos entregar una sola al demonio, dando
gusto a nuestras pasiones. Pero ítenemos una sola!
Cuál será, pues, nuestra conclusión? Dársela al
demonio ((**It7.507**)) para
que se la lleve? íAh, no! Dársela al Señor para
que nos la salve eternamente: por tanto, para
entregársela al Señor, como hay muchas cosas que
cumplir y muchas que dejar, nuestra obligación es
estudiar estas cosas para cumplirlas o dejarlas.
Yo os las he enseñado en gran parte y espero que
aprovecharéis mis consejos. Debéis, pues,
responder al demonio cuando os pide algo que va
contra la conciencia:
-No puedo, no puedo, porque tengo una sola
alma.
Esta es la verdadera lógica cristiana, éste es
un razonamiento mejor que todos los de los sabios
según el mundo. Pero advertid que también razona
el demonio. El sabe filosofía, historia, teología,
geografía y sabe argumentar con sutilezas que
presenta bajo un aspecto seductor a fin de
engañar. El concede que tenemos una sola alma,
pero añade:
-El hombre ha nacido para gozar; el tiempo para
gozar es especialmente el de la juventud, por
tanto coronemus nos rosis (coronémonos con rosas).
Mas preguntémosle un poco:
-Qué será de nosotros en el porvenir?
-Oh, contesta él; deja el futuro y piensa en el
presente.
-Y cuando te haya complacido qué me darás en la
otra vida?
-No hablemos de esto.
Y con esta palabra él sobreentiende: haz el mal
ahora y en la otra vida yo sabré lo que hay que
hacer; sabré como pagarte.
Así razona el demonio y muchos se dejan
convencer.
Pero nosotros, por el contrario, razonamos con
el Señor, que nos paga en esta vida y en la otra.
Cuando san Nazario fue a convertir a los genoveses
les hablaba del alma, de la religión y del
paraíso, pero no querían saber nada de ello.
Entonces, dijo el Santo:
-Escuchadme, si servís al verdadero Dios, os
dará el ciento por uno.
Los genoveses, que eran negociantes,
exclamaron:
-Cómo? Nosotros nos fatigamos para ganar el
cinco por ciento y este Dios nos dará el ciento
por uno?
Y sin más, se hicieron cristianos. También
nosotros, amigos míos, pensemos en el ícéntuplo
espiritual que Dios nos tiene preparado! Qué
afortunados seréis si, durante el curso de vuestra
vida, tenéis fija en la mente esta idea: tenemos
una sola alma. Si ésta se salva, está salvada para
siempre; si ésta se pierde, está perdida para
siempre.
(**Es7.433**))
<Anterior: 7. 432><Siguiente: 7. 434>