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de la primera mesa diga a los padres que le pongan
a la otra pensión 1 escriba a los de su casa que
vengan a sacarlo. No hay en ello ningún mal, hagan
como más les guste. Quédense, váyanse, pero
procédase siempre con sinceridad.
No hablo esta noche solamente de los
murmuradores, sino también de los que no lo dicen
de palabra, mas sí con los hechos; el Oratorio no
es lugar para ellos. Escuchadme. Dice un
proverbio: tantas veces va el cántaro a la fuente
que al fin se rompe. Hay muchachos que tratan de
hacer las cosas a escondidas para que queden
ocultas sus trampas. Se esconden aquí o allá para
librarse de la clase o del estudio, van robando a
los compañeros lo que tienen guardado en el baúl;
se permiten conversaciones que un joven cristiano
no debería tener; y viven seguros de sí mismos
diciendo: nadie nos ha visto.
Entiendan estos tales que, aunque ningún
superior lo haya advertido, está Dios omnipotente
que les ha visto y les pedirá estrecha cuenta.
Además, será verdad que los superiores no sabrán
nada? Estén seguros de que acaso callarán por la
primera vez y aún por la segunda, pero no más. Hay
muchos ojos aquí en el Oratorio para no verlo, y
el diablo hace la olla pero no la ((**It7.506**))
tapadera. Por consiguiente, también éstos
piénsenlo, porque todavía están a tiempo, y
demuestren con sus obras que están contentos en el
Oratorio; de otro modo, es preciso decirles que se
marchen a casa.
Por tanto, unos y otros se dispongan a obrar
con la mayor lealtad. Yo os abro a todos mi
corazón: si tengo algo que no me agrada, lo
manifiesto; si tengo un aviso que daros os lo doy
enseguida en público o en privado. No ando con
misterios: lo que llevo en el corazón lo pongo en
los labios. Haced vosotros igual, queridos hijos
míos.Si hay algo que os desagrada, decídmelo, se
arreglará como mejor se pueda; si habéis cometido
un disparate, confiádmelo, antes de que nadie lo
sepa, y trataremos de arreglarlo todo.
Si me escucháis y lo hacéis así, sabéis qué
sucederá entonces? Sucederá que, mientras estéis
en el Oratorio, os encontraréis satisfechos y
cuando volváis a vuestro pueblo, iréis contentos,
conservaréis buen recuerdo de unos y de otros y
seremos siempre amigos.
IV
Léese en la historia que un poderoso emperador
envió al Pontífice Inocencio XI unos embajadores,
rogándole se adhiriese a ciertas aspiraciones
suyas contra la justicia. Desplegaron éstos toda
su elocuencia para demostrar al Papa la
conveniencia de no disgustar a tan poderoso
príncipe. El Papa escuchaba en silencio.
-Santidad, dijo uno de los mensajeros; mi
soberano promete hacer mucho bien a la religión y
amparar a la Iglesia.
-No puedo, respondió el Papa.
-Santidad, pensad que posee inmensas riquezas y
dotará abundantemente las basílicas y podrá
prodigarse igualmente con Vos, si lo necesitáis.
-No puedo.
-Santidad, si vuestros enemigos os insultasen,
él está dispuesto a defenderos con todas su
tropas.
1 Hubo antaño en los colegios dos tipos de
menú, acomodados a dos distintas clases de
pensión, una mas elevada que otra: la diferencia
era pequeña, pero existía. Imagino que a estas
<> se refiere el texto. (N. del T.)
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